miércoles, 25 de diciembre de 2013

QUERO SALVAR MI MATRIMONIO. ¿QUÉ PUEDO HACER? Parte dos.

Saludos a todos. Retomo éste tema de  cómo enfrentar las crisis en las relaciones matrimoniales con el interés de aportar algunas ideas que le permitan, en medio de las dificultades, encontrar algunas  luces que iluminen su camino a la hora de dar el siguiente paso.

La tercera recomendación que doy a todo aquel que grita  con todas las fuerzas de sus pulmones, “QUERO SALVAR MI MATRIMONIO. ¿QUÉ PUEDO HACER? La hago  a partir de la siguiente pregunta: ¿La situación  que generó la crisis actual en realidad era tan delicada  como para llegar a éste  extremo  de aparente no retorno?

Antes de responder cualquier cosa le sugiero que sea  realista y objetivo (a) frente a la situación actual de la crisis que está viviendo. Pregúntese y respóndase en su interior  esa pregunta, ¿La situación  que generó la crisis actual en realidad era tan delicada  como para llegar a éste  extremo, o hay algo más que debe ser reconocido y trabajado?  No le parezca ilógica  la pregunta.  Las respuestas  más complejas de la ciencia, se iniciaron a partir de preguntas sencillas, a partir de preguntas elementales,  a partir de  preguntas que aparentan tener respuestas obvias,  por eso me atrevo  a que pienses en eso.  Hay muchas parejas que entran en crisis a partir de una situación elemental, por ejemplo: no se pusieron de acuerdo sobre cuál película ver mientras estaban en la alcoba, porque ella quería una del género drama; que para muchos de nosotros los varones resultan películas lentas  y monótonas; él esposo quería ver una película  de acción, que para ellas resultan violentas e incomodas. Como no hubo acuerdo entre ambos, al final termina imponiéndose  la ley del más fuerte, con la popular frase “esto es mío”, “esto lo compré yo  y veo lo que me da la gana, sino te gusta,  no me importa, te callas o te vas para otra parte.” Se ofenden y traen al presente situaciones vividas en otras épocas, con otras personas, además responsabilizándose  mutuamente de los  problemas que viven hoy, sin llegar a un punto de acuerdo.

En este ejemplo, el problema no es la existencia de un solo tv, porque si fuera eso se resolvería  comprando otro tv, para que cada uno vea lo que quiera y todo solucionado.  Repito este no es el problema. La situación más complicada hay que encontrarla, y a simple vista pareciera que fuera solo un problema de comunicación, a la incapacidad  que tiene ambos de negociar, el   orden de lo que verían primero.  Aunque  no le gusta el género del cine, que le guste al otro, yo  le acompaño a ver lo que a ella le gusta, porque la amo, y luego sé que ella me acompañará a ver lo que a mí me gusta, porque me ama. Ese es el punto.   El amor une los gustos. El amor propicia el deseo de estar cerca del otro, y aunque no me gusta algo, (que no vaya en contra de los principios cristianos) el hecho de que a ella o a él le guste, yo decido ser feliz con eso, porque a mi pareja le hace feliz  y su felicidad es la mía. 

A partir de lo anterior, le sugiero delimitar el problema y delimitar el problema  es separarlo de otros.  La gran mayoría de parejas cuando tienen alguna confrontación por alguna situación conflictiva, tienen a relacionar este  problema con otros, no solo del presente, sino incluso con experiencias vividas semanas, meses y hasta años anteriores.  Delimitar el problema  es,  repito, apartarlo de otro. Si usted  discute con su pareja porque siempre coloca cada mañana la  toalla mojada sobre la cama y eso le disgusta, tenga claro que es ese el problema y sobre ese es que hay que trabajar  para evitar  que se repita. Las palabras, las actitudes y  el manejo que se haga de las emociones frente a situaciones incomodas vividas al lado de  pareja, debe ser lo suficientemente asertiva  como para que el otro concentre su atención en el mismo hecho. Y si también el otro cae en el error de encausar la discusión hacia otros hechos,  insisto la asertividad con que maneje el tema debe ayudarle como para no permitir que se expanda o se traslade a otras cosas.  Y si eso pasa, no tarde tiempo, Haga claridad en el acto sobre cuál es el tema que se discute y  además deje claro que no quiere trasladarlo a otras discusiones. Lo otro no debe  interesarle ahora, lo que le debe  interesar es  el hecho actual y por ello usted debe expresar con claridad que se siente agredida cuando el otro sigue haciendo lo que a usted no le gusta. Delimitar el problema también se puede entender como la separación del hecho frente a la persona.  En este sentido, usted no está rechazando al individuo, sino al acto que hace ese individuó y que a usted le quita la paz.

Esfuércese por identificar el origen del conflicto.  ¿Qué significa encontrar el origen? Significa que  de  manera franca, abierta, sea  capaz de discernir  hasta encontrar las  verdaderas causas  que desencadenaron en los comportamientos  y actitudes de hoy, los cuales vemos como crisis.  Mi explico, en el ejemplo anterior de la discusión porque no se pusieron de acuerdo para ver el programa  que ambos disfrutaran, lo más seguro es que  ese no sea el problema de fondo, ese es apenas la punta del aisberg. Identificar  el origen  del problema no solo es  separarlo de otros, que también pueden ser problemas pero menos transcendentales, sino que  creería que es desenmascarar   al más importante, es hacer que  salga a la luz realidades  las cuales se querían esconder tras otras realidades.


Cuando usted identifica el origen del  problema, y tiene el carácter como abordarlo sin perder el control, se va a encontrar con realidades  que pueden ser dolorosas,  pero que en último  lo mejor  es conocerlas para uno saber a qué se debe enfrentar.  Si usted desconoce el problema de fondo, todas las soluciones que sean planteadas  para resolver  los problemas  menos importantes, van a actuar simplemente como paliativos. Las realidades de fondo, insisto, pueden ser más dolorosas  y traumáticas como infidelidad, drogadicción, desviaciones de la conducta, u otros actos que  pongan en tela de juicio la  honestidad de la persona implicada.