Del libro Familia Construyéndote extraigo algunas ideas prácticas para mejorar la comunicación tanto con la persona amada, como con los demás familiares y amigos.
Los detalles.- el detallista es aquella
persona que no deja pasar por alto ninguna fecha importante para expresar sus
sentimientos y al mismo tiempo alegrarse de los triunfos que obtienen los
otros. Una llamada para saludar por el cumpleaños, una felicitación por el nuevo título o por el nuevo triunfo
obtenido. Siempre habrá razones para agradar a los demás. Quien es cordial,
recibe cordialidad, quien es detallista recibe detalles. Aunque nuestra
experiencia de fe insiste en que hay que dar sin esperar nada a cambio, la ley
de la vida es clara. Cada quien recibe y cosecha lo que ha cultivado. Si es
tosco, recibe brusquedad; si es indiferente recibe indiferencia. En la relación
de pareja, el detalle alimenta el amor que los unió.
La amabilidad.- La amabilidad es sinónimo de cordialidad. El amable
es cuidadoso de cada palabra que emplea para relacionarse, es cuidadoso de sus actitudes, está dispuesto siempre a colaborar en el
momento oportuno aunque se encuentre en condiciones de desventajas físicas como
las acciones a favor de los minusválidos. Hay personas que la utilizan como
norma de vida y por urbanidad. En la
pareja, la rutina nos hace olvidar los actos amables. Que bueno que el esposo
sorprenda de vez en cuando a su pareja llevando por ejemplo un domingo el
desayuno a la cama, o una invitación a comer fuera de la casa, a tomar helado
simplemente para estar juntos fuera de la jornada ordinaria del hogar o del
ambiente de trabajo.
La prudencia.- Es decir, obrar en el momento
indicado, empleando las palabras apropiadas y pronunciarlas a las personas
indicadas. La prudencia es de sabios, reza un refrán y una persona prudente puede tener muchas
relaciones de amistad, porque los otros confían en que jamás va a hacer algo que afecte esa confianza. Este sentimiento es mucho más fuerte cuando
se aplica la prudencia en las relaciones de
pareja. Todo prudente es reflexivo y mide cada una de sus actos y
palabras para no ocasionar dificultades
con su manera de actuar.
La lealtad y la sinceridad.- La
sinceridad es decir las cosas con plena transparencia y convicción, sin ningún
tipo de interés oculto. Una apersona leal es aquella que pase lo que pase no va a
traicionar nuestra confianza. Es capas de exhibirse de manera pública, incluso
con argumentación con tal de defendernos. Es decir es alguien que no sólo está de parte nuestra sino que nos
defiende en las buenas y en las
malas. No es fácil conseguir personas
leales, ya que algunos están con nosotros mientras estamos cercas y cuando les conviene pero después nos dan la
espalda. Hay que luchar para conseguirlos. Desafortunadamente nuestro
medio, la lealtad se ha perdido. Muchas
personas están con nosotros en determinados momentos pero en la eventualidad de
que las cosas cambian, se pasan a otro bando, se acomodan fácilmente a las
circunstancias para beneficiarse. “quien encuentra un amigo ha encontrado un
tesoro” dice la palabra. El máximo valor de un amigo es este: que sea leal y
que esté con nosotros siempre. La persona leal no nos falta, no abusa de nuestra confianza, dice lo que
piensa con plena claridad pero es capaz de escucharnos y orientarnos en los
momentos en que descubre que estamos tomando caminos equivocados.
Particularmente creo en la amistad y aunque se diga lo contrario, también creo
en los amigos, en los amigos leales y con los cuales podemos ir a la batalla,
convencidos que estarán con nosotros hasta el final.
La solidaridad.-
La solidaridad es la capacidad de
sentir el dolor ajeno como algo propio.
Como algo que me afecta. Y como consecuencia de ese dolor, se es capaz
de tomar la iniciativa para conseguir que esas situaciones de dolor y
sufrimiento cambien para bien de la otra
persona. Solidaridad es diferente de lástima. Sentir lástima aliena, inutiliza
al otro. El solidario, es agente de cambio y de progreso. Necesitamos familias
solidarias con cada uno de sus miembros; necesitamos parejas solidarias para
que se comprometan a que su pareja pueda dar lo mejor de si para su superación,
para su crecimiento personal y para el beneficio de toda la familia. Todos
debemos en cierta medida educarnos en la solidaridad.
Lo contrario de la solidaridad es la indiferencia frente al sufrimiento ajeno,
es la injusticia. El incremento de los
cordones de miseria en nuestras ciudades, el
incremento de los niños y personas necesitadas en la calle, es el
resultado de la indolencia de nuestros
gobernantes que llegan al poder no para ayudar a que las cosas mejoren, sino
para incrementar su riqueza personal. Estas conductas mezquinas son alimentadas
y cultivadas en los hogares, cuando la pareja es egoísta, cuando la familia se
enfrenta por cualquier peso. Desde hoy hay que romper esa cadena que ha
arruinado a Colombia, pero no esperando que los cambios vengan desde arriba
porque los que están cómodos no van a renunciar a sus privilegios. Necesitamos
iniciar esas transformaciones sociales desde la base de la sociedad que es la familia, con la
educación, con la formación y con la transmisión de valores como la solidaridad
entre otros.
Aunque la
lucha no es fácil se que si todo los matrimonios y las familias de fe se unen
en este esfuerzo, las cosas deben mejorar para las futuras generaciones.
La ternura.- Es la
capacidad de expresar nuestros afectos a través de la palabra y a través del
tacto. Atrás quedó la época en la que se insistía en que el hombre no podía ser
tierno porque perdía su identidad de varón. Las manifestaciones de ternura son
parte integral de la persona. Todos debemos ser fuentes de ternura para los
demás. En especial para la pareja y los miembros de la familia. Hay algunas
personas que por su educación recibida, como se había dicho, les queda difícil ser tierno pero esto no es
porque no lo deseen sino porque no pueden hacerlo. Sin embargo, estos
individuos aunque aparenten rudeza en su carácter, en el fondo son sensibles a
las manifestaciones de amor del otro, cuando están solos. En público pueden
parecer toscos pero en la intimidad son dulces, y comunicativos. En la relación
de pareja, la ternura puede desplazar la palabra hablada. Sin embargo, el valor
de lo que recomunica puede significar o expresar mucho más. Dentro del
matrimonio la ternura no se puede reducir a las caricias que anteceden al acto
sexual. Ternura no es sinónimo de erotismo, ni mucho menos puede desencadenar
siempre este acto.
Algunas
esposas se quejan de la frialdad de sus esposos ya que solo son tiernos cuando
quieren tener relaciones. “¡ya te conozco!” Dicen. “Eres tierno y luego quieres
que vayamos a la cama”. La ternura debe ser parte integra de nuestra forma de
ser. Un abrazo fuerte cuando menos se espera, una caricia o simplemente un
beso, no solo habla bien de quien lo da, sino que hace sentir muy bien a quien
lo recibe. Uno de los ejercicios que hay que iniciar es identificar qué tantas manifestaciones de ternura le he brindado a mi
pareja durante la última semana. Una, dos, tres o cinco veces. Si han sido
pocas esas veces, vamos a esforzarnos por mejorar desde hoy. No se pierde nada
y en cambio se gana todo. Se gana el tiempo perdido, se gana un ambiente
agradable, una relación afectuosa y sana. La ternura puede ser aplicada por
todos sin distinción de edades. Los abuelos pueden considerarse ridículos si
abrazan a su esposa. Lo mismo los hijos, aún crecidos, no pierden nada si
abrazan a sus padres. Repito, en este ejercicio para identificar los niveles de
ternura todos ganamos, y especialmente gana el también te del hogar.
De la misma
manera, los esposos debemos fomentar las manifestaciones de ternura entre
nuestros hijos, animándolos y guiándolos a que expresen sus sentimientos. Está
claro que ternura entre los hombres no es “mariconería” ni apología del
feminismo. Ambos sexos, varón y hembra, pueden ser tiernos, es más, deben ser
tiernos sin el temor de que con ello estén dejando entrever sus debilidades.
Cualquier manifestación de ternura contribuye a dar confianza, a sentirse
querido, sentirse importante. Las
manifestaciones de ternura que debemos trabajar, es incluir en el trato diario
que sostengamos con los demás, un saludo cordial, un apretón de manos, un abrazo o simplemente expresar estos
sentimientos con nuestras palabras.