En
palabras del Papa Francisco, los Seminarios tienen una identidad que debe ser conocida, no sólo por los jóvenes que se forman para servir a la iglesia a
través del Ministerio sacerdotal, sino los obispos y el clero en general. En la
medida en que se conozca esa identidad, los formadores, los asesores
espirituales y la iglesia toda, puede contribuir de manera más eficaz para que aquellos
que ocupan sus aulas, asuman con
responsabilidad y con celo misionero la responsabilidad que les va a ser encomendada por llamado de Dios.
En ese orden de ideas, la identidad de los seminarios es esta:
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Es
un espacio para fortalecer la oración y para que los jóvenes se formen para la
evangelización y desde allí salgan a evangelizar.- La oración y la evangelización es la primera
identidad. Seminarista que no ora, no puede ser un buen servidor de la iglesia.
Además de orar, los jóvenes que se
forman en los seminarios, cada día se les debe ofrecer espacios para que entren en contacto con las
comunidades que necesitan ser evangelizadas. Especialmente aquellas ubicadas en
sectores más apartados del desarrollo y
sobre todo poblaciones vulnerables.
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Es
un espacio para el estudio.- Los responsables de los seminarios, obispos,
rectores, profesores y seminaristas,
deben promover el estudio y la
investigación. El tiempo es valioso y lo es mucha más para aquellos que se preparan para el rescate de las
almas. El estudio debe contribuir a la comprensión y
conocimiento del ser humano en lo psicológico, en lo sociológico y en lo espiritual. Este conocimiento permitirá al futuro
sacerdote abordar la evangelización de la sociedad de manera integral. El
estudio debe permitir el conocimiento de la Palabra de Dios para comprender el
plan de Dios a los hombres y además el conocimiento de la iglesia y su
pensamiento como depositaria de la fe.
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Es
un espacio para la comunión.- Los seminarios se convierten en
un espacio de comunión, en la medida en que prepara al sacerdote para la
convivencia con los otros, los prepara para el debate y la tolerancia. Los
prepara para vivir la solidaridad. Lo cual sentará las bases
para lo que será su vida y sus relaciones con los demás integrantes del clero, con los superiores y la sociedad..