Celebro que cada día se incorporen al cantoral católico nuevas canciones
que contribuyen y dinamizan la misión evangelizadora de nuestra Iglesia Católica. Sacerdotes y sobre todo, muchos laicos, se han arriesgado a escribir, musicalizar y a interpretar sus propias canciones. Hay unos que sólo crean
las letras para que otros las interpreten.
Diría, sin temor a equivocarme, que ese
ejercicio creativo ha sido más prolífica
en el último cuarto de siglo, es decir,
desde mediado de los años noventa en adelante.
También, con absoluta seguridad,
debo decir que la experiencia de la Renovación Carismática Católica ha
propiciado ese impulso de la música cospel
católica.
Para la explosión creativa del último tiempo,
fue muy valioso el aporte inicial dado por figuras del género como el padre
José Fernández de Oliveira, SCJ, más conocido como padre Zezinho, quien ha sido pionero en este género y que desde el año 1968 comenzó su interés por este tipo de música, ò
el sacerdote español Cesáreo Gabarain
Azurmendi autor e intérpretes de temas como Pescador de Hombres y el hermano Francisco, entre muchos otros,
que vieron la luz entre los sesenta y setenta
y otra figura como Luis Alfredo Diaz
Brito, quien nació en Uruguay y a los 16 años viajó a España. Hoy día con una
carrera de más de cuarenta años dedicado
a la música católica fue el primero en componer una canción Carismática en
español en el año 1976 cuyo nombre
es Ven Espíritu Santo. Se debe destacar
el gran aporte realizado por la cantante
Puertorriqueña, Martha Reyes, quien con más
de treinta producciones llevó sus conciertos
a toda América, África y Europa. También
el padre Lucas Casaert, sacerdote Belga radicado en Bolivia. Desde temprana edad, alternaba
su sacerdocio con la composición e interpretación musical. Laicos como Francisco
Palazón de España, Lorenzo Florián, Chiquito Villalba, Cesáreo Gabarain de España, Gladys
Garcete, entre otros.
Si bien al lado de estas figuras
surgieron otras de menor reconocimiento, los integrantes de este grupo fueron los
que abrieron el camino para los que llegaron después. Desde
los años setenta y ochenta en la medida en que la Renovación Carismática se expandía se iban formando pequeños ministerios
de música que a nivel parroquial acompañaban en la animación de las reuniones. Esto sucedía paralelamente en muchos países.
El servicio se prestaba sin mayores pretensiones por parte de los cantantes
quienes se presentaban en la mayoría de
los casos, acompañados con una guitarra acústica
hasta que, animados por la proliferación
y el éxito de las bandas musicales de otras experiencias religiosas cristianas,
distintas a la iglesia católica, surge
la inquietud y el interés por
elevar el nivel de la interpretación para hacerlo profesionalmente.
En los noventa se dan a conocer
figuras como Martín Valverde, Rafael Moreno,
Ministerio Alfareros, la hermana Glenda, esta última, en sus primeros años,
llevada de la Mano de Luis Alfredo Diaz, Daniel Poli, en Argentina, Luis Enrique Ascoy en Perú, Guillermo Valencia desde Colombia, la misma Gladys Garcette de Paraguay; Félix Pimentel, Ambiorix Padilla, Luis Ramón
Polanco, Neil Vélez, Elvira Piña, Alberto Díaz y Angolino entre otros.
El Éxito de sus presentaciones animó a
nuevos músicos a participar en
encuentros espirituales fuertes a través de Seminarios de Vida en el Espíritu,
grupos de oración, retiros de conversión
etc,
y al mismo tiempo a que se
interesaran en la exploración de este arte
que por fortuna se ha convertido
en fuentes de ingresos y en posibilidades de ser reconocidos a nivel internacional como músicos de gran
calidad. Hoy día, con las posibilidades
que ofrecen las redes sociales, ha habido un crecimiento exponencial en nuevas
figuras. De este tiempo, destacamos
a Celinès Díaz y Kaìry Márquez de República Dominicana; a Athenas de Argentina; Silvia Mariela de Paraguay,
Joan Sánchez, Jon Carlo, también de República Dominicana,
Fuego Santo, Ziza Fernández y el padre
Marcelo Rosi de Brasil, Sandra Salas
y Paulina Rojas de Chile; Adriana Ramírez, Alfredo Acosta, K-risma
Celestial, Carisma Verde, Fredy Córdoba, Ministerio Hosanna, Fuerza de Dios, Jóvenes
del Espíritu Santo, Grupo Motivos, Issa María, la Santa Banda, el padre Andrés Barrera, Yuly & Johs,
Lexus, Nana Angarita, Martha y Vicente Arroyo, Luz Karine Echeverría, Byron
Benites, Carolina Herrera, Ministerio Renacer, Julio Lobo y la Señal de Colombia; Itzel Galván de Panamá; Darwin Lechler de México;
Kiki Troia, Marvin Marcano, ministerio
Vuelta en U; Some By Four de Puerto Ricon, Sara Torres, Carlos Omar, Alex el Negro, Jorge Morel, Esther Hernández, Estación Cero,
Ixthys, Lluvia de bendiciones, Siervos de Cristo Vivo, Jesse Demara, Raùl
Urbina, Gerardo Anderson, Guelmis Tavàrez etc.
Aunque somos conscientes que aún
hay músicos extraordinarios que no están
en esta lista, sabemos que esta proliferación arte y fe con tanta creatividad se constituyen en un regalo de Dios para la iglesia y como tal su trabajo se acoge con gran alegría porque apoyan el proceso evangelizador. Sus presentaciones
llevan
al público a un encuentro con Jesús. La
estrella que se ama y se adora, cuando están en el escenario es Jesús. Y estoy
seguro que la mayoría, sino todos, lo tienen claro porque en este servicio uno
de los peligros que se corre es que dado el éxito de algunos cantantes, y al
amor que reciben de su público, pueden caer en el error de creerse estrellas cuando en la realidad la estrella
a la que se honra es aquella que les regaló
el don del Canto y ese es Jesús de
Nazareth. Por su gran entrega y el servicio de calidad que prestan sabemos
que son músicos que le dan la gloria a Dios.