domingo, 22 de julio de 2012

¡ÁNIMO, TÚ PUEDES!


Hay muchos personajes bíblicos, aparte de Jesús por supuesto,  a quienes  admiro  y   desde los cuales  he aprendido mucho para llenarme de fuerzas, de ánimo, de deseos de continuar apostándole todo a  la propuesta de Jesús.  Además con muchos de ellos   he aprendido a perseverar en la oración y además he aprendido   a tener la certeza de que el  Señor camina con nosotros,  nos acompaña y nos ayuda  en los momentos en  que tropezamos y caemos. Uno de esos personajes  es  Bartimeo,   el hijo de Timeo. San Marcos nos presenta  una escena conmovedora de Bartimeo. Dice así San Marcos  10: 46 – 52.  … cuando salía de Jericó, acompañado de sus discípulos y de una gran muchedumbre, el hijo de Timeo (Bartimeo), un mendigo ciego, estaba sentado junto al camino.47Al enterarse de que era Jesús de Nazaret, se puso a gritar: «¡Jesús, hijo de David, ten compasión de mí!»48 Muchos le increpaban para que se callara. Pero él gritaba mucho más fuerte: «¡Hijo de David, ten compasión de mí!»49 Jesús se detuvo y dijo: «Llamadle.» Llaman al ciego, diciéndole: «¡Animo, levántate! Te llama.»50 Y él, arrojando su manto, dio un brinco y vino donde Jesús.51 Jesús, dirigiéndose a él, le dijo: «¿Qué quieres que haga por ti?» El ciego le dijo: «Rabbuní, ¡que vea!»52Jesús le dijo: «Vete, tu fe te ha salvado.» Y al instante, recobró la vista y le siguió  por el camino alabando y dando gloria al Señor.

Ustedes que son muy buenos para imaginarse cosas, quiero que, a partir de lo que dice este pasaje, se imaginen la escena. Ya   la fama de Jesús era notoria porque  siempre le acompañaba  una cantidad de gente  que querían escucharlo y otros que querían  recibir la sanación que El  les daba.  Imaginen  eso.  Mientras Jesús pasaba por ahí,   a la orilla del camino  estaba Bartimeo quien, además de ser ciego,  era muy pobre   y vivía de la limosna que le daba la gente. Pobre y ciego. Obviamente debía  vivir de la caridad pública. Cuando Batimeo escucha  que pasa el gentío,  me imagino que pregunta  que era ese ruido y le dicen que es Jesús de Nazaret, el que hacía  milagros. Supongo que Bartimeo enseguida pensó que esta era la oportunidad de  su vida  y comenzó  a gritar  duro. Aquí están las dos primeras cosas que debemos aprender de éste personaje, la primera, estar atento  para darnos cuenta de las cosas que suceden a nuestro alrededor, hay que estar atentos, hay que conocer, hay que saber lo que sucede a nuestro lado. No podemos  ser como algunos que   se desconectan de su entorno de manera tal que  nunca saben nada, nunca se enteraron de nada. Hay que estar con los oídos bien abiertos y con los ojos bien despiertos.   La segunda cosa para aprender de Batimeo,   se  desprende de la primera,  y es que, si estamos atentos  a lo que sucede a nuestro alrededor,   a todos nosotros nos van a llegar oportunidades en la vida  para estar  bien o para estar mejor  a como nos encontramos en estos momentos.   Todos vamos a tener oportunidades, mis hermanos, pero esas  oportunidades uno  las identifica sólo cuando está atento a las cosas que suceden, cuando somos observadores.

Tercero hay que propiciar las cosas para bien. Bartimeo comenzó a Gritar:    
“Jesús Hijo de David, ten compasión de mi.”   ¿Sabes que pasó cuando comenzó a llamar a Jesús?  Muchos le dijeron que no insistiera porque no era posible que Jesús lo escuchara, estaba ocupado en otras cosas.   Esta es la típica actitud de las personas que, en vez de ayudarnos con sus palabras y acciones, ponen piedras en el camino, nos  frenan el crecimiento y el entusiasmo que llevamos.  Esas personas no pueden frenar nuestro crecimiento.  Él   no los escuchó  o más,   bien no prestó atención a sus palabras sino que comenzó a gritar con más fuerza: “Jesús Hijo de David, ten compasión de mi.” Hasta cuando sus palabras llegaron a los oídos del maestro y pide  que se lo acerquen. El Señor quiere que los necesitados estemos cerca de Él, para ayudarnos y bendecirnos.  La escena siguiente es el diálogo de Jesús con este hombre  a través del cual le pregunta  qué quería que hiciera por El, el ciego respondió, que recupere la vista, y el maestro le dice.  Tu fe te ha salvado y al instante recuperó la vista. 

Tu fe te ha salvado, esta es una frase de poder. Si tenemos fe, si tenemos confianza en el Señor y si creemos en nuestras capacidades, no habrá barreras imposibles. Encontraremos obstáculos en el camino, que es normal, pero con la ayuda de Dios,  vamos a superarlas. Hagamos un poco de oración:

Señor, Tú me conoces, Tú sabes lo que mi familia y yo necesitamos de  Ti. En este instante        te   pido señor me ayudes a   ser mejor, me ayudes a superar esta dificultad, sé que contigo saldré adelante porque me amas  y porque has estado a  mi lado y lo seguirás estando por siempre.  Ven Señor Jesús, acompáñanos en cada situación adversa y permite que en todo podamos aprender cada día más de ti.. Danos  fortaleza  para enfrentar la adversidad, inteligencia para encontrar la salida,  paciencia para esperar y fe para creer que recibiremos aquello que aún hoy no podemos ver  palpar con nuestras manos. Bendito seas Señor. Santo es tu nombre por siempre, amen.

1 comentario:

  1. QUE BUENO PODER ENCONTRAR UNA VEZ MAS SUS REFLEXIONES, DIOS LO BENDIGA.

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