El vivir desde adolescente
en otros ambientes familiares, distintos a los míos, con mayor
estabilidad,cosa que no pasaba en el matrimonio de mis padres, me sirvieron para descubrir que sí era posible construir
buenas relaciones de pareja. Como
lo he dicho, a muy corta edad conocí y
viví experiencias cercanas, unas muy hostiles y
las que no se debía replicar y por otro lado también conocí de cerca experiencias de mayor armonía y estabilidad.
Ambas experiencias influyeron notoriamente en lo que sería mi toma de
decisiones hacia el futuro en el plano matrimonial.
Retomo el ejemplo de la pareja que he admirado por su madurez, por
su carácter, y por el compromiso decidido de
poner en el primer lugar su unión.
Debo decir además que llevaban una vida sacramental. Compartían la Palabra de
Dios y Vivían momentos de oración
fuertes. La pareja a la que
me refiero que es el caso de cientos de
parejas creyentes, vivían una experiencia sacramental comenzando por el
matrimonio, pero además leían la
palabra y hacían oración.
Algunos
matrimonios quieren tener estabilidad
en su relación, quieren encontrar la
felicidad y muchas bendiciones pero no han invitado al dador de esas bendiciones, a Dios, porque viven en unión libre, no oran
y ni siquiera conocen la biblia.
Considero que las bendiciones el ser humano las conquista, el ser humano las busca, las
lucha todos los días, y para ello hace lo que es
correcto. Si quiero vivir en bendiciones, si quiero recibir bendiciones
de parte el Señor, debo actuar de manera correcta y no sola actuar
correctamente si no cumplir las reglas que se nos mandan como creyentes.
¿Quieres recibir bendición? La clave, el camino correcto para recibir esas
bendiciones es vivir en bendición.
Hoy hago un llamado a las parejas jóvenes y que
viven en unión libre: permitan que el Señor llegue a bendecir esa relación,
inviten al Señor a su casa, a su familia, abran las puertas de su corazón para
que Jesús venga a llenar de paz y de prosperidad su vida y todos lo que ustedes
realizan. Cuando unen sus vidas a través del matrimonio, están invitando
al personaje más importante a su
relación, a Jesús. De ahí en adelante, tangan la certeza que vendrán bendiciones
inigualables a sus vidas, llegará no por
arte de magia, llegarán porque ustedes
las propician, porque ustedes deciden invitarlo a casa y sobre todo porque, al invitarlo a
casa, hacen posible que tome el control
de cada una de sus decisiones, que tome el control de sus emociones, de sus
sentimientos. Mis amigos sabían que Dios era el más importante y al ser el más importante, so sólo le
dedicaban tiempo para estar con Él, en la casa, en su alcoba, en la iglesia, si
no que lo invitaban aún en los momentos de dificultades, en los momentos en los
que tenían problemas y con la
ayuda de El salían fortalecidos. Si hay
algo que he aprendido a lo largo de mis 27 años de vida matrimonial es que cada
momento difícil que he vivido al lado de
mi pareja, nos ha permitido estar más unidos, nos ha permitido encontrarles juntos
una solución, nos ha permitido ratificar lo que dice Eclesiástico 2, que, así, como la calidad del buen oro, se prueba en el
fuego, el valor y la entereza de los creyentes se prueba en las adversidades.
Ten la certeza de que si le abres el corazón a Dios, esa frase que pronunció el sacerdote en el altar, y que estaba dirigida a ustedes como pareja: "los declaro marido y mujer, hasta que la muerte los separe", sí será posible. Bendiciones.
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