El odio y el rencor nos dañan
profundamente. La persona que es odiada no se beneficia ni se perjudica:
nosotros en cambio somos los más
perjudicados. Por eso hay que aprender a mirar hacia adelante, a no contar las
ofensas que nos hacen, a romper las
listas de agravios. La persona que odia
se enferma no sólo físicamente sino de su corazón y de sus pensamientos. Quiero ilustrar esta reflexión con una
anécdota enviada por alguien a través de la red:
“Al entrar su país en guerra, dos amigos fueron alistados. Cayeron en manos de los enemigos y fueron encerrados en un campo de concentración durante dos años. Recibieron un mal trato y en ningún momento les permitieron comunicarse con su familia, sino que más bien los asustaban diciéndoles que los habían asesinados. Cuando acabó la guerra fueron puestos en libertad, y tras abrazarse entrañablemente cada uno reemprendió su propia vida.
Transcurridos diez años, los dos amigos se encontraron de nuevo y se abrazaron con profundo cariño. Después uno le preguntó al otro:
-¿Has olvidado ya a nuestros carceleros? -No, en absoluto. Ni un día he dejado de odiarlos durante este tiempo. ¿Y tú? -Yo les olvidé en el mismo momento en que nos pusieron en libertad. Así que, amigo mío, yo llevo diez años libre y tú llevas doce años prisionero.”
Así podrían ocurrirles a
aquellas personas que no son capaces de olvidar las ofensas y maltratos
recibidos en el pasado, es decir, podrían estar condenados a vivir tras las
rejas del odio y el resentimiento. Estarían condenados a desperdiciar tiempo valiosísimo, que podrían dedicar a
crear y generar más y mejores ideas para su crecimiento personal y familiar, por pensar en los momentos
tristes, por pensar en los momentos dolorosos provocados
por aquellos que querían nuestra destrucción, pro aquellas que
celebraban nuestras desgracias y fracasos.
Hoy quiero animar a todos los
lectores a que levantan su mirada al horizonte y descubran todo lo que están por conquistar. Si continúas mirando el
pasado, si continúas recordando los momentos
tristes del pasado y sobre todo si continúas
recordando con odios a todos aquellos que te causaron dolor, miedo, o tristezas,
te perderás la oportunidad de disfrutar de todo lo bueno
y que tiene Dios y la vida parta ti. Hoy es el día de cerrar esa puerta, tal vez oscura
y gris de tu vida y abrir delante de ti
una nueva puerta, la que está iluminada por la luz de la paz interior, de la
alegría, de la esperanza y sobre todo de los deseos de que todo sea mejor. Bendiciones.
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