Esta
pregunta fue el título de una reflexión que me pidieron compartir con varias
familias que participaban en un retiro de crecimiento espiritual. Aunque en un inicio pensé que no era posible
que el ser humano, con sus limitaciones, pretendiera ingresar al corazón de Dios
para conocer lo que Él quería para cada
familia, en un momento de oración obtuve la claridad que necesitaba para comenzar
a construir la reflexión, obviamente tomando como base su palabra.
Al
revisar las sagradas escrituras, el primer texto bíblico que vino a mi mente fue
el Evangelio de San Juan 20, versículo
19. “Aquel domingo por la tarde, estaban los discípulos reunidos en una casa con las puertas cerradas por miedo
a los judíos. Jesús se presentó en medio de ellos y les dijo: la paz esté con
ustedes.”
Amigos
y amigas que me acompañan en la lectura de estas reflexiones, debo decir, a partir
de este pasaje que lo primero que quiere
darle el Señor a las familias es la posibilidad de vencer el miedo a
partir de la paz que Él nos regala. Como familias no debemos tener miedo porque
el Señor está con nosotros. Sé que en el mundo hay muchas dificultades, sé que
el mundo ofrece muchas alternativas para que nuestros hijos se desvíen, pero hoy el Señor nos dice que si permanecemos
unidos como familia Él nos va a regalar
su paz y nos va a ayudar a vencer ese miedo, eso es lo primero.
Además
de permitirnos vencer el miedo, tú y yo
como miembros de la familia, debemos tener claro que la pareja (papa y mamá) han sido formadas por
Dios para que sean ayuda y compañía
mutua. Génesis 2, 18.21. 23-24. “ ...Luego
el Señor pensó no es bueno que el hombre esté solo; voy a proporcionarle una
ayuda adecuada. El Señor hizo caer al hombre en un sueño profundo y mientras
dormía sacó de éste una costilla y de allí formó a la mujer y Dios se la presentó al hombre. Al verla el
hombre dijo: esta sí que es carne de mi carne. Por eso el hombre dejará a su
padre y a su madre y se une a su mujer y
los dos son como una sola carne.”
Si
bien el texto del Génesis es un relato de fe, lo cual quiere decir que no es que las cosas hayan ocurrida de manera cómo
lo presenta el texto bíblico, éste, sin embargo, nos enseña que desde el inicio de la
humanidad nuestro Padre Dios ha querido que los esposos sean uno, que se
acompañen y se ayuden. Si queremos encontrar
argumentos para conocer ¿Cuál es el plan que tiene Dios para los padres y los
hijos? Además de ayudarles a vencer el
miedo, Dios quiere que las parejas que están al frente de las familias dejen las
peleas sin sentido, las rivalidades, los egoísmos y descubran
que han sido llamados por Dios a la convivencia en paz y para que sean
compañía y ayuda mutua. Sólo cuando las parejas tomen conciencia de esta
realidad podrán enfrentar los males que aquejan a los hogares de hoy.
¿Cómo
hacer realidad ese llamado que nos hace el Señor? En la carta de San Pablo a los Efesios, capítulo 5, 21-22. 25 encontramos algunas
claves: “ténganse respeto mutuo. Que las mujeres respeten a sus maridos como si se tratase del Señor. Maridos amen a sus esposas como Cristo amó a
su iglesia.” Además en el verso 28 del capítulo 5 de Efesios
encontramos lo siguiente: “ maridos amen a sus esposas como a su propio cuerpo.
El que ama a su mujer se ama a sí mismo.” Dos palabras claves encontramos aquí, las cuales serían elementos adicionales para
descubrir el plan de Dios para las madres y los hijos. Lo primero
es el respeto mutuo y segundo el amor mutuo. Las parejas están llamadas a
amarse y a respetarse, si no hay respeto y amor, es muy difícil que puedan
permanecer unidos y que haya paz entre
ustedes. Cuando tu amas a tu cuerpo, lo
cuidas lo alimentas, lo tratas bien. De igual manera debemos amar, cuidar y proteger a nuestra esposa.
Colosenses en el capítulo 3, versículo 8 nos dice: “aparten
de ustedes todo lo que sea ira,
indignación, malicia, injurias y
palabras groseras.” Es normal que
dentro del matrimonio haya divergencia, que haya posiciones encontradas ante
acontecimientos que les afectan a ambos, sin embargo esas divergencias se pueden conciliar con la escucha, la
argumentación y el análisis. Cuando hay argumentación se pueden encontrar
mejorares soluciones a los problemas. Y a estas soluciones se puede llegar sin
iras, sin groserías, sin malicias ni injurias como lo dice San Pablo en esta
cita.
Colosenses
3, 20 dice:” hijos obedezcan a sus padres porque es lo que agrada ver entre los
cristianos. Padres no irriten a sus hijos.” De alguna manera el Señor quiere
que cada miembro de la familia aporte con su conducta, con su manera de ser y
con su vivencia de la palabra a la estabilidad del hogar. Sí es posible
construir familias, sí es posible construir familias en las que reine la fe, sí
es posible conformar familias unidas en el amor. Ese es el plan de Dios para
los padres y los hijos.
Hebreos
20, 25 nos conmina a permanecer unidos en oración y en la lectura de la palabra. Sólo cuando nos congregamos en torno al Señor y su Palabra podremos obtener todo lo anterior para que nuestra
familia sea un espacio de bendición y de crecimiento para todos.
Oremos. Señor, pongo en tus manos a todas las
familias que han leído esta reflexión,
permite que tu palabra sea luz para su caminar
en este mundo y alimento para su alma. Que Tu seas el centro de sus
vidas para siempre. Amen.
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