Los seres humanos suelen cohibirse de hacer lo que quieren hacer, incluso sabiendo que es bueno, que conviene, simplemente por miedo a fracasar,
por temor al ridículo, por miedo
a cometer un error ó simplemente por pensar que aún no es el momento de actuar. En estas dudas y
divagaciones dejan que el tiempo transcurra
a espera que llegue el momento oportuno. Esas decisiones
postergadas con el paso de los años terminan convertidas en una carga que
impiden a las personas vivir tranquilas. Cuando los años pasan y se
debilitan las fuerzas surgen internamente las preguntas: ¿por qué no hice esto?
¿Por qué no hice lo otro? ¿Por qué no dije tal cosa cuando era lo correcto?
A usted no le ha pasado que en
una reunión ó ejercicio académico,
frente a algún tema de conversación y reflexión se le ocurre decir algo que
considera importante pero prefiere guardar silencio y al final de ese momento lo que se concluye ó la idea más valiosa termina siendo la que había pensado? Eso ocurre mucho.
¿Qué hacer entonces frente a esas disyuntivas de no tener la
seguridad de decir lo que quiere decir y de cuál es el camino que se debe tomar para poner a rodar un proyecto ó comenzar algo nuevo, ó decir lo que hemos pensado? Pues bien, la
propuesta es muy sencilla: atrévase, tome la iniciativa, no espere a que otros
lo hagan, hágalo usted. Esto aplica para
todo en la vida. Claro está
que si es para un nuevo negocio o para poner en marcha una idea nueva, tome todas las medidas de prevención
necesarias para no poner en riesgo su patrimonio. En este caso, muchos emprendedores exitosos
han iniciado sus proyectos con pequeñas inversiones y en la medida en que este
crece y se va haciendo autosostenible se le incluyen otros elementos, pero poco
a poco, los grandes empresarios iniciaron con experiencias pequeñas.
Lo mismo sucede a nivel de las de las relaciones afectivas, hay que atreverse a
expresar lo que se siente por el otro, tanto para iniciar una relación como
para hacer que esa relación sea bonita y apasionante aún con muchos años
compartiendo la vida juntos, atrévase a decir que esa persona es muy importante
para usted, eso no lo hace cursi, eso es
el combustible que mantiene encendido el deseo de estar al lado del otro, eso forma parte de las acciones diarias para mantener vivo el amor.
Esto aplica igualmente para iniciar procesos de
reconciliación y de perdón, a nivel de
pareja, entre amigos, hermanos, padres e hijos. Tome la iniciativa, hágalo hoy
mismo, mañana puede demasiado tarde. Si
el otro no acepta sus excusas no importa pero ya usted hizo la parte que le
corresponde, allá el otro si quiere permanecer en la incertidumbre. Usted dio el
primer paso y eso es lo que cuente.
Sin embargo en eso que
emprendas, en eso que digas ó hagas, nunca olvides a los otros. Sé generoso, sé amable, sé
respetuoso, se solidario, has que los demás también hagan realidad sus sueños,
sin explotarlos, sin utilizarlos sólo para tu beneficio. Las ideas de Maquiavelo
sólo consideran al otro como una pieza de su juego de ajedrez para ganar sólo
ellos. Todo aquel que descubre que ha sido utilizado en intereses particulares, al final, se convierte en
nuestro enemigo.
Lo que hagas hoy repercutirá en lo que vivirás mañana, no permitas que al
llegar al ocaso de tu vida, cuando evalúes el camino recorrido vivas sumergido en un mar
de tristezas y lamentaciones por todo lo
que dejaste de hacer en el tiempo que pudiste y debiste hacerlo. Al contrario, prepárate hoy para que
en tu ancianidad los otros quieran
compartir contigo para beber de tu sabiduría y experiencia y tener razones para iniciar su propio recorrido.
Nunca lo olvides, ¡si quieres ser el primero hazlo ya!
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