Muchos
mercaderes del cristianismo andan por ahí
presentándose como quien tienen el poder de sanar a los enfermos, devolver la vista a los que están ciegos,
hacer caminar a los tullidos, resucitar a los muertos entre muchas otras
promesas. Además de mercaderes del cristianismo son mercenarios de la fe, lo
único que les interesa es el dinero de los creyentes.
Esta
oleada de nuevos mesías y sanadores, vienen respaldados y promocionados por su círculo de seguidores
más cercanos, que ó han sido manipulados al extremo para que crean ciegamente
en su líder ó al igual que éste viven de los incautos a través de los diezmos y de la venta de los mensajes escritos y productos milagrosos.
En
esta oportunidad quiero llamar la atención de los creyentes de todos los países
de habla hispana para que no se dejen
engañar, porque para nosotros los
creyentes el único hombre que tiene el poder de hacer esto es Jesús de Nazareth. Nadie tiene la autoridad moral ni de santidad para atribuirse méritos que
sólo le pertenecen al Señor Jesucristo,
incluso ni las personas de la vida consagrada. Si a usted lo invitan a un evento religioso ó a algún lugar en donde supuestamente va a
estar un sanador, le sugiero pedir claridad
sobre a quién promueven como el
hacedor de milagros. Si le dicen que
es una persona, léalo bien, lo quieren engañar, o lo están engañando.
Aunque
creo sobremanera en Jesús y además en el
poder de la sugestión a partir del
control de las mentes que son frágiles
como consecuencia de las necesidades que afecta a la población, quien en su mayoría, por no encontrar otras alternativas para superar sus desgracias terminan sometiendo su voluntad a
falsos adivinos, evangelizadores interesados y manipuladores que ven esa situación una oportunidad para someter al
otro y obtener beneficios económicos, no podemos ser incautos al creer ciegamente todo lo que se nos dice
en nombre de la fe, es decir, debemos ser astutos porque en estas experiencias hay mucho lobo con
vestido de oveja.
Otra
cosa es que le digan que hay un líder espiritual quien con su predicación y
fuerza de la oración lleva a los creyentes a un encuentro fuerte con Jesús y
como consecuencia de ese encuentro con El Señor, Dios podría manifestarse en su vida,
rescatándolo del pecado y sanando de
sus enfermedades. Eso es muy distinto. Insisto, quien sana es el Señor y es a
Él a quien debe dirigirse toda acción de alabanza, adoración
y Gloria. Ahora la respuesta a la pregunta
que da origen a esta columna cómo queda? ¿Jesús sí sana?