Un profundo dolor embarga mi corazón ante la muerte de mi pareja. Tantas luchas, tantos sueños, tantas batallas libradas juntos para construir un proyecto sólido, estable, perdurable y ahora, con su partida, todo se presenta como un sin sentido. Señor, he dudado de todo, y de todos, incluso he dudado de Ti. ¿Por qué has permitido que esto suceda Señor? Me han enseñado que la muerte no es el final, pero es tan difícil aceptar que ya no esté a mi lado Señor. Tengo mucha tristeza Señor, y también tengo ira contra Ti. Me han dicho siempre que Tu escuchas a quienes te piden con fe. Yo te pedí muchas veces que no permitieras que esto pasara y pasó. ¿Qué he hecho para merecer esto? ¿Por qué no me escuchaste? . No eres justo Señor. Sé que no soy nadie para juzgarte, pero eso es lo que siento en estos momentos. No me escuchaste, te lo llevaste cuando más necesitaba de su compañía. Te lo llevaste a pesar de que podías evitarlo, a pesar de que tenías el poder para evitarlo.
Tengo un nudo
en la garganta, no sé qué decir, las ideas
no me fluyen con claridad, todo es
confuso para mí en este momento Señor, en realidad no sé qué hacer. En medio de
esta tormenta que me embarga, una sola cosa quiero, quiero tener paz en el corazón. En medio del dolor, regálame paz, en medio de
la confusión, dame paz, en medio de las
palabras que escucho y que me dicen lo
siento, quero tener paz, dame paz Señor. Quiero sólo la paz que tu das. No
quiero la paz que se consigue con el consumo de drogas, con terapias psicológicas o con cesiones de espiritualidad. Quiero la paz que le diste a tus discípulos en los pasajes de la resurrección, (Jn 20,21)
la paz que les dio consuelo y que los llevó nuevamente a tener esperanza,
dame tu paz, Señor. Mi familia y yo la necesitamos. Amen.
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