La
violencia es contraria a la razón y por supuesto al amor. Se acude a la
violencia cuando no hay argumentación y cuando se quiere subyugar, dominar, controlar
o callar al otro para que deje de ser
incomodo y se someta a mi voluntad, a mis decisiones. La Violencia cualquiera que sea su
manifestación enferma, o más bien
refleja enfermedad, primero del agresor y si esta es permitida de manera
frecuente, también refleja enfermedad de
parte de quien la padece, por consiguiente ambos, agresor
y víctima, requieren buscar ayuda profesional para desterrarla lo más pronto de la relación
y como toda actitud humana esta puede ser modificada cuando unimos nuestras voluntades con la
decisión de corregirla.
La violencia física y sicológica está
considerada como un delito y es
sancionada por las autoridades, a pesar de ello en muchos hogares prefieren mantenerla en secreto para no afectar
o atentar en contra de la imagen del otro, ó peor aún por pensar que pueden
controlar la situación y porque confían
en que la otra persona cambie y corrija
su comportamiento hacia el futuro. En realidad una persona violenta
no va a cambiar a menos que reconozca
que tiene un problema y necesita ser tratado.
La permisividad no es el camino para ayudar a un violento. Cualquiera
que sea la condición social, económica ó política de una persona que exprese actos de violencia y que pongan en riesgo la integridad física o
emocional de su pareja, debe ser puesto en manos de personal experto,
autoridades o sicólogos, pero haga algo
en cuanto esta situación se presente.
Guardar silencio es el peor error que comete la
persona que recibe violencia física y sicológica.
Quien asume el riesgo
de callar destruye su vida, quien asume el riesgo de callar se daña a sí mismo y daña el futuro de sus
hijos si los hay. En muchos
casos el único y el mejor camino para comenzar a desterrar la violencia
de las relaciones de pareja es denunciarlo ante las
autoridades y buscar ayuda sicológica y espiritual. No admitas la violencia, no la aceptes bajo
ninguna circunstancia, rompe el yugo y comienza una nueva vida si quieres sanarte de esta aberración.
Paralelo a la acción es necesario iniciar un proceso de sanación ´pon de las heridas provocadas por la violencia. Sólo el Señor puede sanarte de manera plena del odio, de los resentimientos, de los complejos que la violencia te haya podido generar. Te animo a que des el paso desde hoy para superar esa situación.Con la ayuda de Dios y con tú decisión personal podrás salir delante.
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