En una ocasión un amigo nos invitó a mi esposa y a mí a cenar en su casa. En
realidad nosotros éramos amigos de él, porque era con quien más coincidíamos en
nuestros encuentros laborales y sociales. El decía que su esposa disfrutaba
estar más tiempo en su casa, por lo tanto, no era común verla a ella en reuniones o en
celebraciones especiales. Como la información la daba en términos cordiales y
aparentemente sinceros, ese hecho no nos
había sorprendido, porque existen muchos casos así, en donde uno de los cónyuges prefiere permanecer en
un rol más elemental.
Mientras compartíamos la mesa, como siempre
ocurre en estos casos, hablamos de todo. Llevaban cuarenta años de casados, tenían dos hijas que vivían en otros países, eran madres solteras, decían con
claridad, pero con mucho éxito profesional, es decir, que nuestros amigos
estaban solos en la casa, vivían de la
rentabilidad que producían sus ahorros, además de los ingresos recibidos por
una buena pensión estatal. Me llamó la
atención que él siempre tomaba la delantera a la hora de dar detalles y expresaba
orgullo y seguridad por todo lo que había conseguido a base de
sacrificio: dinero, buena pensión, ahorros, casa propia, hijos exitosos y un “aparente matrimonio estable,” era la
impresión que daban de la puerta de la casa hacia la calle.
Aunque al
inicio se mostraban como una pareja feliz y modelo para
los nuevos matrimonios, todo cambió cuando se
me ocurrió comentar que eran una pareja admirable, que los felicitaba
porque no sólo se veían bien, sino que
tenían mucho que enseñarnos a las parejas
jóvenes para que perseveráramos en nuestro proyecto de vida. Él
sonrió como sacando pecho, mientras que
ella suspiró profundamente y se atrevió a decir
esta frase lapidaria: “¿Enseñar?
Lo único que tengo para decirles
a las parejas jóvenes es que si no tienen otra alternativa que
hagan el esfuerzo de aguantar para no morirse de hambre, ¿qué más da?”
concluyó. “¡Lo digo porque gastar la vida al
lado de un tipo como el que me
tocó de marido es una tortura!” .
Para no dañar el momento mi
esposa y yo soltamos una risa espontánea
como para hacer creer que habíamos
tomado el comentario como una broma. Nosotros nos sumamos a ese comentario con otros chistes sobre la convivencia
en pareja. A pesar de nuestro esfuerzo ya el ambiente estaba enrarecido. El
rostro de mi amigo cambió, redujo su actitud conversadora, ahora escuchaba más,
y mientras escuchaba mantenía la miraba fija en el piso. Parecía decepcionado,
porque la imagen de armonía matrimonial que se había esforzado por proyectar
durante años hacIa afuera, comenzaba
a desvanecerse. Acto seguido comenzaron
a mostrarnos cada rincón del apartamento.
Cuando salimos de aquel lugar mi esposa me confió que
la señora le había dicho que ya no soportaba
a “ese viejo, porque es un tipo charlatán, ofensivo, humillante,
egoísta, si no se ha separado es por la parte económica, además que desde hace
muchos años, aunque viven bajo el mismo techo, están separados. Actúan como dos
particulares que habitan la misma casa,
recriminándose por cada decisión que tomen y asfixiando la convivencia. Ya mi
amigo me había dicho que su señora
hablaba más de la cuenta y que era un poco paranoica y que él ya no le prestaba
atención a sus comentarios desatinados. “Esa es la vida en pareja Bernardo,”
concluía el esposo. “Es imposible, -decía,-
que las parejas matrimoniales lleven una
vida armoniosa y feliz, hay que sobrellevar el asunto porque de lo contrario no
funciona.” Obviamente, antes de salir le sugerí que era necesario buscar ayuda, y que consideraba que podía funcionar
de otra manera a lo que respondió: “¡ya
para qué, con esta edad que tenemos falta poco para morirnos!”
Toda experiencia de
relación y de compartir con los otros nos va a dejar una lección, y ésta, de manera
especial, me dejó algunas
lecciones y además varias preguntas. Las lecciones las relaciono a continuación:
Primera
lección.- Los conflictos de pareja hay que conversarlos y resolverlos desde el
momento en que se presentan, es decir, no podemos ser permisivos con los
problemas, por pequeños que estos sean, porque luego estos van a crecer y en
últimas terminan afectándonos a todos.
Segunda
lección.- Hay que aprender
a escuchar. Escuchar es ponernos en los
pies de los otros y comprender lo que está diciendo no solo desde las razones que
tiene para decir algo, sino a partir de sus emociones, de lo que está
sintiendo, de lo que están viviendo y pensando. Cuando somos capaces de escuchar y entender al otro, podremos en el futuro evitar hacer eso que le
hace daño, eso que le hiere.
Tercera
lección.- No podemos perder
de vista que
cuando decimos convivencia en pareja, estamos hablando de dos personas
que deciden, de manera libre vivir juntas
y ser felices juntos. Tú no puedes estar
unida o unido a otro por el dinero. Esta actitud te esclaviza, esa actitud te hace infeliz,
pensar de esa manera nos arruina la
vida. Cuando decides vivir con alguien,
la motivación primera ha de ser siempre el amor, ha de ser querer permanecer con el otro, porque su
compañía te llena, porque su compañía te
hace feliz, porque su compañía te realiza como persona. Además la convivencia en pareja implica
expresiones de afecto, implica cercanía, implica tacto físico. No puedo decir que tengo una relación de pareja sana y
estable, cuando ni siquiera toco a esa persona,
no, esas distancias generan vacíos, esas distancias enfrían la relación, esas distancias no son sanas. Me
gusta cuando a pesar de la ancianidad
veo algunas parejas tomadas de la mano, diciéndose: “tu compañía me gusta,
me ha gustado siempre porque me ha
ayudado a ser una persona feliz.” No perdamos eso de vista, es urgente el
tacto, es urgente la cercanía, es
urgente el sentir el calor del otro para experimenatar, a su vez, que el amor está vivo.
Cuarta
Lección.- Para que haya reconciliación debo tener en cuenta dos
cosas: la primera, desarmar el corazón,
es decir, las ofensas que haya recibido en el pasado, los maltratos que
haya recibido en el pasado, bien saben
que nos provocan barreras en la comunicación,
debemos en lo posible, sacar el odio, los sentimientos de rechazo o de
venganza que tengamos, para quedar
libres, para poder escuchar; segundo, debemos acabar con las imágenes
preconcebidas que hemos acumulado o
aprendido de los demás, cualquiera que estas sean, por ejemplo el infiel, el
déspota, el obsesivo . Pertenezco al grupo de las personas que creen que la gente puede cambiar, soy de los
que creen que la gente puede ser distinta, puede ser mejor, eso siempre y
cuando se lo proponga.
En lo personal me esfuerzo cada día por ser un mejor ser humano, de la misma manera considero que las demás personas son iguales. Algunas parejas cometen el error de grabar en su mente una imagen del otro, por lo que dijo o por lo que hizo hace algún tiempo y no dan ninguna posibilidad de cambio a esa imagen mental, muy a pesar de que su cónyuge haya hecho un esfuerzo por reorientar su vida y cambiar su forma de ser. Todos nos equivocamos algún día y el que se equivoca, tiene derecho a que se le dé una nueva oportunidad y, segundo, a creerle, sin caer en la ingenuidad. Se puede creer nuevamente pero la persona que falla debe demostrar cambios en su comportamiento para que se merezcan nuevamente la confianza de todos.
En lo personal me esfuerzo cada día por ser un mejor ser humano, de la misma manera considero que las demás personas son iguales. Algunas parejas cometen el error de grabar en su mente una imagen del otro, por lo que dijo o por lo que hizo hace algún tiempo y no dan ninguna posibilidad de cambio a esa imagen mental, muy a pesar de que su cónyuge haya hecho un esfuerzo por reorientar su vida y cambiar su forma de ser. Todos nos equivocamos algún día y el que se equivoca, tiene derecho a que se le dé una nueva oportunidad y, segundo, a creerle, sin caer en la ingenuidad. Se puede creer nuevamente pero la persona que falla debe demostrar cambios en su comportamiento para que se merezcan nuevamente la confianza de todos.
Excelente.
ResponderBorrarBendiciones