¿Cómo puede una persona renunciar a la posibilidad de ser feliz sólo por sostener la seguridad que da
el dinero? ¿Es posible seguir hablándose de relación de pareja en aquellos
actos de convivencia donde no se comunican afecto? ¿Es posible hacer revivir el amor en relaciones
desérticas como éstas? ¿Qué madurez
refleja una pareja que evidencie ante
particulares sus crisis, pero al
mismo tiempo sigan viviendo juntos sin que quieran tomar la iniciativa para que su
relación mejore? ¿Qué complicaciones
sicológicas serias podría provocar el
aferrarme a permanecer al lado de alguien por el que no siento ningún afecto,
solo por la necesidad de mostrar a la
sociedad que se fue capaz de mantener
un matrimonio durante toda la vida,
aunque en la intimidad el matrimonio sea un fracaso?
Cuando hablamos de sanación
en las relaciones de pareja nos referimos
a la necesidad de que
quienes comparten una relación de noviazgo o una relación matrimonial, de manera consciente, a través de
procesos de autoayuda o a través del
acompañamiento terapéutico, sicológico y espiritual sean capaces de sacar de
su interior aquellos sentimientos
de miedo, de rencor o de odio que
han sido guardados allí como consecuencia de algún maltrato u
ofensa recibidos en años anteriores por
su pareja o por otra persona y que, sin proponérselo, afectan su relación
en el presente, en la medida que no
les permite entregarse de manera plena al goce, al disfrute de la compañía de su pareja.
Algunos podrían pensar como
esta señora, que no tiene sentido
gastar nuestra vida al lado de alguien
con quien no nos entendamos, con alguien
que más que amor y deseos de
estar a su lado, genera rechazo, y sentimientos internos de odio o de hastío. Si has pensado esto, tengo que decir que sí
es necesario porque si en tu parte
inconsciente llevas heridas, llevas recuerdos tristes, llevas maltratos y rencores sin sanar, aunque rompas
una relación e inicies una nueva, estos sentimientos acumulados o guardados en
tu interior, si no son procesados de manera consciente, volverán a salir y
afectará tu nueva relación, eso no es un secreto.
Hablamos de sanación en las
relaciones de pareja porque hemos causado heridas y nos han causado
heridas que, sin proponérnoslo, han
terminado marcando nuestras actuaciones
y, sobre todo, nuestras relaciones interpersonales, y de manera especial
nuestra relación de pareja. Según se
desprende de los conceptos plantados por Jerome S. Bruner en su libro, El proceso mental en el aprendizaje, la mente
es como un globo que acumula
información, modelos de comportamientos, frustraciones, sensaciones
de vacíos, escasez, abandono,
miedos que, con el paso
de los años, las adaptamos a las
nuevas experiencias que se viven,
potencializamos o aumentamos algunos comportamientos positivos o negativos, los
cuales están determinados por los tipos de nuevas relaciones que se
establezcamos en el medio.[1] Por
ello, debemos ser conscientes de esas realidades para evitar dañar a los demás.
Conocemos personas
para quienes ha sido muy difícil
construir una relación de pareja estable, y por pensar que el problema es del otro, termina perdiendo la vida buscando aquí o allá cuando en realidad el proceso es interno y
por eso hay que tratarlo. El padre
Alberto Linero en su libro Cambia de relación, no de pareja, está invitando a
eso, a reconocer que la solución no es
la separación siempre, hay que indagar, hay que escudriñar en nuestro interior
y encontrar las causas de los conflictos en nuestro interior, una vez
descubiertos, dice el padre, en aras de
de salvar el matrimonio, primero debo cambiar yo las formas y detalles
que utilizaba para relacionarme, sólo cuando yo doy muestras de cambios en mi interior, en
mi forma de concebir la vida, el amor y el matrimonio, es posible que la
pareja vea allí el esfuerzo que hago por salvar la relación y contemple dar una
nueva oportunidad. Las nuevas oportunidades siempre serán interesantes y
oportunas cuando quien la propone o la pide, se la merece.
Además de reconocerse
imperfecto, el que quiera salvar su relación deberá dar un paso adicional que
demuestre que no se conforma con la realidad que vive, y que
por eso, se esfuerza en cambiar
lo que hace mal. Todos los días se
debe ser mejor, la convivencia en pareja debe ser mejor y cada miembro
de la pareja debe hacer lo necesario
para que esa convivencia se concrete. Ahora, ésta se hace más sana cuando soy capaz de
respetar la diferencia, cuando soy capaz de reconocer que el otro jamás puede ser idéntico a mí,
porque tiene una historia distinta, porque tiene una manera de ser distinta,
porque tienes unas expectativas distintas a
las mías, por lo tanto debo aceptarlo como es. Cuando la pareja, toma conciencia de
esta realidad, más que juzgar, más que
querer acomodar y adaptar a nuestra manera de interactuar, ayudamos al otro a valorarse en su condición
y, además, a potencializar, los dones y talentos
que ha recibido de Dios.
Hablamos de sanación de las
relaciones de pareja porque hay heridas
en el corazón de uno de los miembros que
necesitan ser sanadas, heridas causadas
por la indiferencia, por el maltrato físico, por el maltrato verbal. Hablamos
de sanación en la relación de
pareja porque esas heridas
no hacen posible que el amor y la relación fluya en un
ambiente sano, espontáneo, libre.
Hablamos de sanación en la relación de pareja porque las experiencias han
demostrado que, cuando cada uno de los miembros de la pareja reconoce que se ha
equivocado, reconoce que las maneras
como se ha interrelacionado no ha sido
la correcta, y se esfuerza por cambiar
de estrategia, se puede salvar el matrimonio, se puede volver a ser feliz con
el otro, se puede desear y disfrutar el
compartir con el otro, porque ambos
pueden llegar a disfrutar, si se lo proponen, el estar solos en la intimidad,
expresándose ternura, haciendo el amor, o simplemente viendo una película,
disfrutando de un atardecer contemplando
el paisaje, tomando un helado o conociendo
lugares, sin imposiciones, sin
fórmulas rígidas, sin miedos y sin complejos.
Soy un defensor de la unidad matrimonial. Estoy convencido de que
podremos construir familias más sólidas
y amorosas hacia el futuro si los padres de hoy se esfuerzan por dar seguridad
a sus hijos a partir de la seguridad que
les transmiten desde la estabilidad de su relación de pareja. Matrimonios conflictivos,
malsanos, rotos por el maltrato, la infidelidad y la intolerancia tienen más posibilidades de producir hijos inseguros, inestables,
conflictivos y con limitaciones para
sostener una relación bien llevada
hacia el futuro.
No quiero decir
que los hijos de parejas disfuncionales no puedan construir relaciones
de parejas sanas y estables, sí lo pueden lograr, pero les costará mayor dificultad porque no tienen un modelo
cercano que les sirva para replicar en
su nuevo hogar lo que han vivido. Claro que tenemos que ser realistas,
algunos hijos fracasan en su vida
matrimonial a pesar de que proceden de
una familia aparentemente sana, una familia entregada y estable. Pero
estos son casos excepcionales y aunque se presentan, insisto, no son una
constante.
Saludos Bernardo. He pasado por tu blog, revisando algunos temas que me interesan y me encuentro con ideas muy valiosas que vale la pena tener presentes tanto en las relaciones con los otros así como implícitamente en la relación con uno mismo. Muchas gracias por compartir toda esta información. ¡Éxitos!
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