Es común encontrar personas que
se quejan porque el dinero no alcanza.
Por más recursos que ingresen a la economía del hogar siempre falta algo más
para satisfacer las necesidades del grupo. Por lo tanto, en la relación de
pareja, el manejo adecuado de los
recursos económicos, garantizan en parte una convivencia armónica. Aunque las exigencias del mundo contemporáneo ha lanzado a la
mujer a sumarse a la fuerza laboral, y aquella que, por su instinto maternal o por la manera particular de
concebir su papel dentro de la familia, decide quedarse en el hogar, educando a
sus hijos, y dándole lo que más necesitan como es su presencia y su amor, es
considerara como anticuada, conformista y sin futuro, en ambas posiciones que
desempeñen ellas, quedarse en la casa o sumarse a la vida productiva, su papel
es determinante en el manejo de las finanzas del hogar.
Para desarrollar este tema es necesario colocar sobre la mesa algunas
preguntas ejes, que podrían ayudarnos a profundizar en nuestra reflexión.
¿Por qué el dinero no alcanza? ¿Por
el desempleo? ¿Porque no se gana igual que antes? Los gastos son más elevados? ¿Se
depende de una fuente de ingreso? ¿No hay buena comunicación en la pareja a la
hora de decidir qué comprar? Se es un comprador compulsivo o simplemente no se
prioriza sino que el dinero se usa en cosas innecesarias? ¿Quien maneja el dinero? ¿Quién debería manejarlo? ¿Los hijos
participan en las decisiones que se tomen en términos económicos? La opinión
del otro es tenida en cuenta a la hora de decidir? ¿Se utiliza
el dinero como arma de poder? ¿Se subyuga, se manipula al otro?
La primera pregunta que hay que
resolver es ¿quien debe manejar el
dinero de la familia? En las sociedades machistas de hace algunos
poco años y en algunos países, la
respuesta era bien clara, el dinero lo
manejaba el hombre aunque lo “trabajara” o no. Lo coloco entre comillas
porque en esas sociedades machistas la mujer aporta, más con su presencia, con
sus consejos, con su labor doméstica. El
varón era el único que podía tener
dinero en el bolsillo y aquel esposo que hiciera lo contrario era considerado
poco varonil. Se pensaba que la mujer era incapaz de administrar recursos por
la poca visión del mundo y además porque no sabían invertir en algo útil y
productivo, incluso incapaces de decidir sobre qué era verdaderamente necesario
para el hogar, por lo tanto era el hombre quien gastaba, era el hombre quien
decidía, era el quien en muchos casos despilfarraba mientras ella padecía las necesidades de su
hogar sin poder hacer nada. Son conocidos muchos testimonios en donde la mujer
que recibía alguna herencia de parte de sus padres, estos recursos se le
entregaba directamente al hombre para que decidiera qué hacer con ellos.
Retomo la pregunta. ¿Quien debe manejar el dinero? Pareciera que como el hombre dio muestra de
irresponsabilidad en el manejo de esos recursos, en el pasado, ahora le toca a
la mujer revindicarse y asumir el control?
A decir verdad, el debate no se debe centrar en quien debe
manejarlo. Si se plantean y asumen
algunas de esta alternativa es posible que la historia se repita a la inversa.
Independientemente de quien aporta los recursos económicos que se lleva a casa,
estos deben ser manejados por la pareja. Son ambos quienes, a partir de una
toma de conciencia sobre sus responsabilidades como esposo o esposa o como
padres, conversan sobre el temas, priorizan y toman decisiones. Ambos, por una razón
sencilla, los dos constituyen una unidad
que es el núcleo familiar, por lo
tanto a ambos les afecta positivamente o
negativamente lo que ocurra con este núcleo. Es lógico que las decisiones que
se tomen en términos de nuevas
adquisiciones y el pago de compromisos,
se hace a partir de un presupuesto en el que se registren los ingresos y
egresos. Cuánto plata ingresó en la semana, la quincena y el mes? ¿Cuánto es lo
que hay que cancelar y por qué concepto?
¿Cuáles son las deudas de ella? y ¿Cuáles son las deudas de él? Ahora bien, se
supone que las deudas anteriores
asumidas por cada uno, primero fue conversada con la pareja. Una vez hecho este
ejercicio, en los primeros meses, lo más seguro es que te encuentre con que el
dinero no va a alcanzar para cancelar
todo lo que se debe, por eso, el paso siguiente es elaborar una lista de
prioridades, es decir, retallar cuáles son aquellos compromisos que
definitivamente no dan espera y cuáles no.
Dentro del presupuesto que arma la pareja, si el monto recibido lo permite, debe quedar estipulado
una cifra pequeña para cada uno y el cual estará destinado a sus gastos personales, como transportes, o
la adquisición de algún elemento de uso
personal. Cada uno debe saber desde el inicio si puede contar con algo propio.
Este detalle es muy importante para no depender plenamente el otro a la hora de
comprar un regalo, asistir alguna reunión con los compañeros de trabajo etc.
Igualmente hay que destinar una
pequeña cifra para la recreación.
Como pareja y como familia deben romper con la monotonía del trabajo y los
quehaceres del hogar. Hay que compartir en otros ambientes para despejar la
mente, para reír, para conocer nuevas personas. Ahora bien, la recreación no es
ni puede ser una prioridad, es una necesidad que da espera, por lo tanto los
recursos destinados a satisfacer la
necesidad de la recreación no puede jamás desplazar por ejemplo el pago
de la cuota del apartamento, el pago de servicios o la educación de los hijos.
Hay personas que cuando reciben algunos
recursos primero se recrean, primero
despilfarran, y lo poco que queda es lo que llevan a la casa. Después se
lamentan de que la plata no alcanza cuando en realidad han sido irresponsables con el manejo de los
recursos. Ninguna pareja está en la obligación de soportar este tipo de
actitudes de su cónyuge.
Otro aspecto que es bien importante detallar aquí es cuánto dinero se va
a destinar para el ahorro. Así como
se destina una partida para el pago de tarjetas de crédito, servicios,
educación, alimentación. Etc. Hay que separar algo para un ahorro programado,
que es aquel que se hace de manera sistemática y disciplinada. La disciplina
del ahorro es muy importante porque permitirá hacer nuevas inversiones, el
inicio de un proyecto de mayor envergadura
ó simplemente para contar con
algún respaldo en los momentos de crisis e iniciar algún negocio que les
garantice más independencia económica.
El ahorro es clave para el
fortalecimiento de la economía familiar.
Ninguna persona que trabaje puede decir que no alcanza el dinero para ahorra. Así sea un billete de menor denominación pero sí
es posible el ahorro. La excusa de que el dinero no alcanza es un sofisma que
lo utilizan para justificar, tal vez, otros errores que se estén cometiendo en el manejo del patrimonio
del hogar. Tal vez para lograrlo habrá que suspender el consumo de esa cerveza con tus amigos los
fines de semana, a la costumbre mal sana
de comprar lo que no se necesita para el hogar. Ahorrar, ahorrar, ahorrar es la palabra que
deben fijarse en su mente todas las parejas matrimoniales. Insisto pareja
porque ambos deben asumir este reto como unidad que es. No tiene sentido que
una de las dos personas se sacrifique para guardar algo, por ejemplo la esposa
asumiendo el papel del hogar como una empleada doméstica y el otro malgaste de
manera compulsiva. Es una tarea de ambos. Si asumen juntos éste compromiso, lo
logran. Lo importante de esto es que se fijen metas en términos de cifras alcanzadas y tiempo para poder
medir los resultados. Si ahorramos
lo más seguro e que al término de un año, o seis meses se cuente con algo.
Bueno cuanto hay, qué hacemos. Seguimos ahorrando? Pongámonos nuevas metas y
luchemos por ellas.
Cuando han trabajado juntos en
esta etapa de toma de decisiones, el paso siguiente es iniciar el proceso de
pagos y estos lo pueden hacer cualquiera de los dos. Seguro que no va a
haber problema por esto. Las grandes discusiones por el manejo del dinero, se
dan porque una de los dos no es
consultado, no es tenido en cuenta, no es informado, porque se insiste en la errónea actitud de
creer que el que lleva el dinero a la casa es el que tiene el poder. No es así,
ya esta época pasó y son ambos los que tienen la responsabilidad de tener el control
de todo lo que ocurre con la familia.
Estupendo artículo sobre el manejo de la economía familiar. No se deben centrar las decisiones en un único miembro de la familia sino en todos. Ya no solo los padres, se deben hacer partícipes a los hijos en cuanto tienen edad de entender y valorar los gastos y presupuestos de la familia. De esta forma se les enseña a valorar lo que se tiene.
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