Presento algunos criterios que considero fundamental para formar hijos que sean capaces de aportar a la construcción de una mejor sociedad.
Educación
desde el amor.- Si hay un
elemento que contribuye positivamente en la adecuada formación de nuestros
hijos, es precisamente nuestra capacidad de amarlos y la cual se da través de
nuestras manifestaciones de ternura, nuestra presencia real y efectiva, nuestra
atención oportuna, en los momentos en que más
necesiten de nosotros. Nuestro
papel de padres, debe ayudarnos a
hacerle entender a nuestros hijos que pase lo que pase, vamos a estar
allí a su lado, amándolos porque forman parte de nuestra vida. El amor que se manifiesta con acciones concretas y
nuestra compañía, les da seguridad. Es urgente que como padres descubramos y
valoremos la importancia de estar cerca de nuestros hijos durante los primeros
años de vida, época en que quieren sentirnos a su lado, el hacerlo les da
seguridad y confianza.
Educar
desde y para la autonomía.- Educar desde la autonomía significa que los padres
por un lado, deben dar ejemplo de autonomía e independencia, creciendo como
parejas sin depender de otros, sin estar
ligado a los otros, especialmente la familia y sin esperar que sean los otros
los que influyan y determinen sus decisiones. Hemos insistido en que la
principal orientación que se la da a un niño es
con la vida que llevamos como
padres y como parejas. Ellos en la primera edad tienen a tomas nuestra vida como un modelo a seguir y aunque cuando lleguen a la
adolescencia consideren que ellos hubieran hecho mejor las cosas que nosotros en el fondo llevan ese modelo de aprendizaje
recibido directamente en el hogar.
Algunas familias viven aglutinadas con otras familias
en una misma casa que pertenece por ejemplo a
varios hermanos. Si hay cuatro
habitaciones, hay hasta cuatro hogares conformados, cada uno en un rincón
pequeño, y todo por el interés de estar apegados a una migaja de herencia.
Estos aglutinamientos hacen que todos influyan en la vida de todos y al final
terminamos cediendo ante los comentarios
de los demás. Cada familia debe luchar
por tener su propio espacio, su propio techo para ser libres e independientes.
Por otro lado, educar
en la autonomía, igualmente
significa que desde temprana edad hay que permitir que el niño tome sus propias
decisiones, para qu vaya desarrollando su capacidad reflexiva y analítica.
Educar
desde y para la responsabilidad.- Para educar
desde la responsabilidad hay que ser
responsables, hay que vivir
responsablemente, defendiendo la verdad y cumpliendo con todos los compromisos
que hemos adquirido en la vida. De la misma manera hay que ayudar a que los
niños también sean responsables de las decisiones que tomen. La responsabilidad es la capacidad de hacer
lo que me corresponde hacer y hacerlo bien dentro del tiempo que
corresponda. Debemos ayudarles a ser
responsables en todos los niveles, con su vida,
con su familia, con sus amigos, con sus estudios. Con su salud etc.
Educar
desde y para el respeto.- Esto implica
ayudarle al niño a que comprenda que todas las actuaciones tienen su
límite y que cuando sobrepasamos esos
límites, atentamos contra nuestra dignidad
y también contra la dignidad de los demás. Yo puedo hacer lo que quiera, apoyado en mi
libertad, pero eso que haga está
permitido hasta tanto no afecte a los
demás ni a nosotros mismos en ningún
campo de la vida.
Igual que los
principios anteriores, el respeto también se aprende en casa. Una pareja
abusadora, ofensiva, vulgar e imprudente, lo mas seguro es que se constituye en
modelo para que su hijo actúa de la misma manera. Por consiguiente no va a
tener autoridad para exigir un buen comportamiento a sus hijos, cuando el o
ella han sido incapaces de transmitir
algunas señas que vayan en sintonía con lo que dicen sus palabras.
El respeto hay
que promoverlo en varias dimensiones, en principio respeto a la autoridad de los padres. Es inaceptable permitir la
insubordinación de los niños, mientras están en su etapa de formación. A ellos
le merecen obediencia, sin pretender esclavizarlos, claro está pero esta es la
primera autoridad a la que se enfrentan en la vida. También respeto al resto de la familia, respeto
a los amigos, a las autoridades y por supuesto respeto por los signos que
representan a nuestra ciudad y el País. Repetimos todo los aprendizajes del hogar, marcan la vida del
individuo por siempre, y si en algunos de estos aspectos, los padres no somos
consecuentes, hemos dado pie para que no hagan lo correcto.,
Educar
desde y para La libertad.- Dice la Biblia que Jesús no estaría siempre con sus
discípulos, aunque les daría el Espíritu Santo. Ellos tenían la libertad de
elegir el camino ancho, que es el que conduce al pecado, a los placeres y a la
perdición o elegir el camino estrecho, que es que conduce a la vida eterna. Es
decir, les daba libertad de elegir.
También nosotros debemos darles ciertas libertades a nuestros hijos. La
libertad los hace responsables y la responsabilidad regula su libertad.
Hay que tener en cuenta que la libertad que le ofrezcamos, ha de ser
controlada siempre. Es decir, no es que los soltemos del todo. A temprana edad
podemos guiarlos acompañarlos y también soltarlos. Pero al
soltarlos hay que estar actuando como centinelas para
no tener mayores dificultades en el
futuro. Educar en la libertad y desde la liberta, es como caminar por senderos
estrechos. Hay hacerlo despacio, pero tomando todas las medidas de prevención
necesarias para evitar salirnos de lo correcto.
Aunque la libertad y la autonomía van ligadas, una no
depende de la otra. La autonomía es la
capacidad de hacer algo porque se posen los medios y la forma de hacerlo sin depender de los demás. La
libertad es la capacidad de hacer eso cuando yo quiera en el tiempo y como lo
quiera hacer.
Potencialización
de sus cualidades.- Como es
lógico, los padres deben estar atentos para
descubrir a temprana edad cuáles son esos talentos naturales que tienen nuestros hijos y una vez
identificados hay que
potencializarlas. Cada quien nace con
sus propias capacidades artísticas, matemáticas, comunicacionales,
humanísticas, idiomas o el deporte en cualquiera que sea su expresión, una vez
identificadas, tenemos que ayudarles a que la desarrollen al máximo para su
bienestar, para su crecimiento personal
y para su felicidad. Esta trabajo
de identificación se puede lograr en casa, o manteniendo una comunicación muy
cercana con los formadores en su colegio. Los grandes artistas, los grandes
deportistas de nuestro tiempo, fueron promovidos desde su infancia, ya que es
la eta de su desarrollo en el que se tiene mayor capacidad de asimilar la
información que nos ayude a mejorar esos talentos.
Educar
desde el ejemplo.- La palabra convence pero el ejemplo arrastra, dice un refrán que es muy válido. Aunque me
vuelva reiterativo en este tema, lo vuelvo a hacer con el ánimo de que lo
tengamos siempre presente. El ejemplo, es la mejor manera de educar a nuestros
hijos. Ojala que el ejemplo que de nuestros lectores sea para bien. Es el
ejemplo el que lleva a los hijos a identificarse o no con determinados patrones de comportamientos que encuentre en
la sociedad.
Educar
desde la fe y para la fe.- No podemos
pasar por alto la experiencia de Dios. La fe, es lo que “hace auténticamente
humano al hombre”. Con ella nos diferenciamos de los seres irracionales y nos acercamos a Dios. La fe también se
transmite con la vida. Si somos orantes, si disfrutamos la eucaristía, si
creemos en Dios y vivimos a la manera de
Dios, por consiguiente tenemos que transmitir el amor de Dios. El, es el único que nos da la felicidad que no se agota.
Y es necesario tener en cuenta que a Dios no se enseña
desde la academia a Dios se vive. Es esa
vivencia de Dios la que hace que el ser humano
sea instrumento de paz y de bendición
para las demás personas. A Dios se transmite a partir del gozo y de la seguridad que el da nuestro corazón, a nuestra vida.
Educamos desde la fe cuando vivimos la fe, cuando los padres dejan translucir
con sus palabras y acciones que se
aman, que se necesita que se
perdonan y sobre todo que necesitan al
Señor. Es decir que se transmite la fe,
cuando en el hogar, se experimenta una relación de cercanía con el Señor quien no abandona a su pueblo.
Los hijos que crecen en estos ambientes, cuando sean
adultos, también querrán que sus hijos experimenten lo que ellos vivieron durante sus primeros
años de vida, la experiencia de ser padres, es única, y a quienes Dios nos da esa gracia, les
permite prolongarse en la historia. Por eso valdría la pena que nos
preguntemos: ¿de qué manera nos estamos prolongando en al historia? y ¿Qué querrán contar mañana nuestro hijos sobre lo que significamos para
ellos?
Excelente publicación Bernardo, un abrazo!
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