domingo, 6 de mayo de 2018

¿DIOS SÍ HACE MILAGROS?


Muchos mercaderes del cristianismo andan por ahí  presentándose como  quien   tienen el poder  de sanar a los enfermos,  devolver la vista a los que están ciegos, hacer caminar a los tullidos, resucitar a los muertos entre muchas otras promesas. Además de mercaderes del cristianismo son mercenarios de la fe, lo único que les interesa es el dinero de los creyentes.

Esta oleada de nuevos mesías y sanadores, vienen respaldados  y promocionados por su círculo de seguidores más cercanos, que ó han sido manipulados al extremo para que crean ciegamente en su líder  ó al igual que éste   viven de los incautos a través de  los diezmos y de la venta de los mensajes  escritos  y productos  milagrosos.

En esta oportunidad quiero llamar la atención de los creyentes de todos los países de habla hispana para que no  se dejen engañar, porque para nosotros los  creyentes el único hombre que tiene el poder de hacer esto  es Jesús de Nazareth.  Nadie tiene la autoridad moral  ni de santidad para atribuirse méritos que sólo le pertenecen al Señor  Jesucristo, incluso ni las personas de la vida consagrada. Si a  usted lo invitan a un evento religioso ó  a algún lugar en donde supuestamente va a estar un sanador, le sugiero pedir claridad  sobre  a quién promueven como el hacedor de  milagros. Si le dicen que es  una persona, léalo bien,  lo quieren engañar, o lo están engañando.

Aunque creo sobremanera en Jesús y además  en el poder de la sugestión   a partir del control de las  mentes que son frágiles como consecuencia de las necesidades que afecta a la población, quien en su mayoría,  por no encontrar otras alternativas para   superar sus desgracias  terminan sometiendo  su voluntad a  falsos adivinos,  evangelizadores  interesados y  manipuladores que ven esa  situación una oportunidad para someter al otro y  obtener beneficios económicos,  no podemos ser incautos  al creer ciegamente todo lo que se nos dice en nombre de la fe, es decir, debemos ser astutos porque  en estas experiencias hay mucho lobo con vestido de oveja. 

Otra cosa es que le digan que hay un líder espiritual quien con su predicación y fuerza de la oración lleva a los creyentes a un encuentro fuerte con Jesús y como consecuencia de ese encuentro con El Señor,  Dios podría manifestarse en su vida, rescatándolo del pecado   y sanando de sus enfermedades. Eso es muy distinto. Insisto, quien sana es el Señor y es a Él  a quien  debe dirigirse toda acción de alabanza, adoración y Gloria.   Ahora la respuesta a la pregunta que  da origen a esta columna cómo queda?  ¿Jesús  sí sana?

La respuesta a la pregunta  no debe generar dudas, si Jesús es el hijo de Dios que se hizo hombre para mostrarnos su amor y cercanía, si es Dios Creador, Eterno, Fiel  claro que sí tiene el poder de sanar y no sólo para sanar sino para muchas cosas más, pata perdonar los pecados, resucitar  y dar ida nueva a todo aquel que crea en Él. Como muestra los invito a leer  sólo los siguientes textos bíblicos: Mateo 12,22, Mateo 15,30, Mateo 17,18,  Lucas 13,11-13, Juan 5,8-9,  Juan 9,6-7,  Marcos 10,51-52.  En cada uno de ellos podemos corroborar la manera como sanaba Jesús y quién lo hacía.  La buena noticia para nosotros es que así como lo hacía hace 2000 años, hoy lo sigue haciendo porque el tiempo de los milagros no ha terminado.  ¿De qué depende de que Dios sane a unos y no a otros?  A esta inquietud no podemos responder porque Él sana a quien quiera  y cuando Él  quiera. Lo que sí podemos decir es algunas condiciones comunes en las personas que han sido sanadas  por Dios, las cuales comparto con ustedes;  aceptan a Dios como su Señor y Salvador,  se arrepienten de sus pecados, estudian la palabra y se esfuerzan por hacer vida esa palabra. Deseo que Dios les bendiga y que experimente la presencia del Señor en sus vidas.

martes, 1 de mayo de 2018

¿CÓMO ACTÚA EL ESPÍRITU SANTO EN LOS CREYENTES?


 El Señor me  ha regalado la posibilidad de experimentar la acción del Espíritu Santo en mi vida  a partir de un primer encuentro con Él en un grupo de oración de la Renovación Carismática Católica. Hay que decirlo, los católicos no somos conscientes de la riqueza  que tenemos como personas de fe, cuando permitimos que el Espíritu  Santo haga su obra en nosotros. En esta oportunidad vamos a  compartir de manera breve cómo actúa en nosotros.

Pero: ¿Quién es el Espíritu Santo?  La pregunta de ¿Quién es?   deja entrever  que es una persona. Los católicos  creemos en un Dios que es uno y trino, es decir, es Padre, Hijo y es  Espíritu Santo.  El Espíritu Santo  es la tercera persona de la Santísima Trinidad.

Cuando hacemos una aproximación a la Biblia  para  ver en qué pasajes   encontramos referencias de esta persona, nos damos cuenta que desde siempre ha estado presente. El capítulo 1 versículo primero del libro Génesis  nos dice que: “en el principio el mundo era un caos y el Espíritu de Dios aleteaba sobre las aguas,”  es  decir,   desde antes  de comenzar la creación del Mundo,  ya el Espíritu  que es Dios, existía  y aleteaba  sobre las aguas. Pero ¿qué hace y cómo actúa esa persona en nuestras vidas?

1.- Habita en nosotros desde el bautismo, es decir, permanece   sin embargo hemos permitido que su actuar en nuestra vida sea poca.  Corintios 3, 16-17, nos recuerda que nuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo. Si habita en nosotros, nuestra vida debe  reflejar su acción en nosotros.  Valdría la pena preguntarnos si lo que hacemos y vivimos refleja eso, es decir, refleja que somos Templo del Espíritu Santo?

2.- El Espíritu Santo nos hace nuevas criaturas,  Juan 3, 3-5.  En el diálogo entre Jesús y Nicodemo, el Señor le dijo que quien no nace  nuevamente del  agua y del Espíritu no ingresarán al reino de los cielos.  No es que tengamos que morirnos en nuestro cuerpo físico  para disfrutar de la gracia de experimentar el amor de Jesús, sino que el Espíritu nos hace morir a toda acción de pecado y resucitar a una nueva vida en Él.

3.-. Nos hace conscientes del pecado. Juan 16, 8.  A este nivel de conciencia se llega por la oración, la vida en comunidad y la lectura de la palabra de Dios. Quien le abre el corazón a Dios de manera sincera  rompe con el pecado, esto porque la experiencia de Jesús y el pecado son incompatibles. Un creyente que haya tomado la decisión de aceptar a Jesús en su vida tendrá la fuerza y el valor para no caer  en las tentaciones  sin que nadie esté vigilándolo y lo  hace simplemente porque le nace hacerlo, porque quiere hacerlo.

4.-Nos guía a la verdad.  Juan 16, 13. Y es así porque se vive en la luz, se vive en la claridad y quien vive en la luz rechaza la mentira. 
 
5.- El Espíritu Santo nos impulsa a glorificar a Dios,  Juan 16,  14-15.  Una noticia tan maravillosa como es la de conocer  a  Jesús y su acción renovadora  nos   transforma  de manera radical. Su presencia en mostros  generan tantas cosas maravillosas que es imposible quedarnos callados, al contrario, queremos que  todos los demás miembros de nuestra familia y nuestros amigos también experimenten esas bendiciones.  Nuestro testimonio es vital para que otros conozcan al Señor.

6.- Nos reviste de poder, Hechos  1,8. Cuando el Espíritu Santo se manifestó en Pentecostés,   aquel puñado de discípulos que hasta ese momento permanecían   escondidos,  a partir de ese momento en que fueron impregnados del Espíritu de Dios   vencieron ese miedo y comenzaron a anunciar el  Evangelio  de nuestro Señor Jesús, ahora sin miedo  y teniendo la certeza de que Dios tenía el control de sus vidas.

7.- El Espíritu Santo nos santifica,   1 Corintios  6, 11 y 17.  Si bien el único plenamente Santo es Jesús, mediante el Espíritu Nosotros iniciamos un proceso de santificación en Él, por una razón, el Espíritu nos impulsa a imitar a Jesús en todo, incluso en su santidad.

El Espíritu Santo no es como un vestido que uno se pone  cuando se necesita,  ó se cuelga en algún sitio cuando nos incomoda. No, el Espíritu Santo permanece en nosotros y actúa a cada instante  si nosotros lo dejamos actuar  y las condiciones que debemos reunir para que eso suceda es  tener una vida en oración, vivir los sacramentos, hacer oración, leer la palabra y hacer vida la palabra  de Dios, vivir los sacramentos y compartir   en comunidad.  Ahora para recibir ese don, ó más bien, para ratificar la permanencia de ese don en tu vida, simplemente hay que pedirlo. Basta con recordar el pasaje de   “pedir y se os dará, buscad y hallareis, porque el que pide recibe, el que busca encuentra y al que toca se le abrirá. Si nosotros que somos malos sabemos dar cosas buenas a nuestros hijos de la misma manera Dios regalará el Espíritu Santo a todo aquel  se lo pida.” Mt. 7, 11-13.