martes, 1 de mayo de 2018

¿CÓMO ACTÚA EL ESPÍRITU SANTO EN LOS CREYENTES?


 El Señor me  ha regalado la posibilidad de experimentar la acción del Espíritu Santo en mi vida  a partir de un primer encuentro con Él en un grupo de oración de la Renovación Carismática Católica. Hay que decirlo, los católicos no somos conscientes de la riqueza  que tenemos como personas de fe, cuando permitimos que el Espíritu  Santo haga su obra en nosotros. En esta oportunidad vamos a  compartir de manera breve cómo actúa en nosotros.

Pero: ¿Quién es el Espíritu Santo?  La pregunta de ¿Quién es?   deja entrever  que es una persona. Los católicos  creemos en un Dios que es uno y trino, es decir, es Padre, Hijo y es  Espíritu Santo.  El Espíritu Santo  es la tercera persona de la Santísima Trinidad.

Cuando hacemos una aproximación a la Biblia  para  ver en qué pasajes   encontramos referencias de esta persona, nos damos cuenta que desde siempre ha estado presente. El capítulo 1 versículo primero del libro Génesis  nos dice que: “en el principio el mundo era un caos y el Espíritu de Dios aleteaba sobre las aguas,”  es  decir,   desde antes  de comenzar la creación del Mundo,  ya el Espíritu  que es Dios, existía  y aleteaba  sobre las aguas. Pero ¿qué hace y cómo actúa esa persona en nuestras vidas?

1.- Habita en nosotros desde el bautismo, es decir, permanece   sin embargo hemos permitido que su actuar en nuestra vida sea poca.  Corintios 3, 16-17, nos recuerda que nuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo. Si habita en nosotros, nuestra vida debe  reflejar su acción en nosotros.  Valdría la pena preguntarnos si lo que hacemos y vivimos refleja eso, es decir, refleja que somos Templo del Espíritu Santo?

2.- El Espíritu Santo nos hace nuevas criaturas,  Juan 3, 3-5.  En el diálogo entre Jesús y Nicodemo, el Señor le dijo que quien no nace  nuevamente del  agua y del Espíritu no ingresarán al reino de los cielos.  No es que tengamos que morirnos en nuestro cuerpo físico  para disfrutar de la gracia de experimentar el amor de Jesús, sino que el Espíritu nos hace morir a toda acción de pecado y resucitar a una nueva vida en Él.

3.-. Nos hace conscientes del pecado. Juan 16, 8.  A este nivel de conciencia se llega por la oración, la vida en comunidad y la lectura de la palabra de Dios. Quien le abre el corazón a Dios de manera sincera  rompe con el pecado, esto porque la experiencia de Jesús y el pecado son incompatibles. Un creyente que haya tomado la decisión de aceptar a Jesús en su vida tendrá la fuerza y el valor para no caer  en las tentaciones  sin que nadie esté vigilándolo y lo  hace simplemente porque le nace hacerlo, porque quiere hacerlo.

4.-Nos guía a la verdad.  Juan 16, 13. Y es así porque se vive en la luz, se vive en la claridad y quien vive en la luz rechaza la mentira. 
 
5.- El Espíritu Santo nos impulsa a glorificar a Dios,  Juan 16,  14-15.  Una noticia tan maravillosa como es la de conocer  a  Jesús y su acción renovadora  nos   transforma  de manera radical. Su presencia en mostros  generan tantas cosas maravillosas que es imposible quedarnos callados, al contrario, queremos que  todos los demás miembros de nuestra familia y nuestros amigos también experimenten esas bendiciones.  Nuestro testimonio es vital para que otros conozcan al Señor.

6.- Nos reviste de poder, Hechos  1,8. Cuando el Espíritu Santo se manifestó en Pentecostés,   aquel puñado de discípulos que hasta ese momento permanecían   escondidos,  a partir de ese momento en que fueron impregnados del Espíritu de Dios   vencieron ese miedo y comenzaron a anunciar el  Evangelio  de nuestro Señor Jesús, ahora sin miedo  y teniendo la certeza de que Dios tenía el control de sus vidas.

7.- El Espíritu Santo nos santifica,   1 Corintios  6, 11 y 17.  Si bien el único plenamente Santo es Jesús, mediante el Espíritu Nosotros iniciamos un proceso de santificación en Él, por una razón, el Espíritu nos impulsa a imitar a Jesús en todo, incluso en su santidad.

El Espíritu Santo no es como un vestido que uno se pone  cuando se necesita,  ó se cuelga en algún sitio cuando nos incomoda. No, el Espíritu Santo permanece en nosotros y actúa a cada instante  si nosotros lo dejamos actuar  y las condiciones que debemos reunir para que eso suceda es  tener una vida en oración, vivir los sacramentos, hacer oración, leer la palabra y hacer vida la palabra  de Dios, vivir los sacramentos y compartir   en comunidad.  Ahora para recibir ese don, ó más bien, para ratificar la permanencia de ese don en tu vida, simplemente hay que pedirlo. Basta con recordar el pasaje de   “pedir y se os dará, buscad y hallareis, porque el que pide recibe, el que busca encuentra y al que toca se le abrirá. Si nosotros que somos malos sabemos dar cosas buenas a nuestros hijos de la misma manera Dios regalará el Espíritu Santo a todo aquel  se lo pida.” Mt. 7, 11-13.

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