En esta nación, le está prohibido a los sacerdotes anunciar a Jesús fuera de los templos, y todos aquellos que se han atrevido a hacerlo lo llevan detenidos a los campos de reeducación política, proceso que, en algunas ocasiones, ha durado hasta veinte años, como es el caso vivido por el Obispo Nanjin. Es paradójico que esta situación se de en una nación que supuestamente impulsa la libertad de credos, tal y como lo promulgan a través de una campaña publicitaria a nivel mundial, pero la verdad es que esta libertad sólo se da en el papel porque en la práctica los sacerdotes han tenido que vivir su propia pasión mientras cumplen con su misión, de anunciar a Jesús.
El Obispo Pedro J. Fan, por ejemplo, padeció los últimos cuarenta años de su vida, múltiples formas de persecución y detención, cárceles, trabajo forzado, detención domiciliaria, condición en la que se encontraba cuando murió. Con una paciencia extraordinaria y una actitud de servicio que jamás varió, el padre Fan, es uno de los mártires de nuestra iglesia moderna que iluminan nuestro camino hacia la casa de nuestro padre celestial.
Esta persecución estatal ha dado como resultado un proceso de purificación y santidad de los creyentes, quienes han asumido su papel con gallardía y con mucha responsabilidad, al punto de vivir el Evangelio de manera transparente y plena. Las personas que han aceptado el catolicismo en ese País, se han convertido en unos auténticos evangelizadores con su vida, con su capacidad de servicio y sobre todo con su capacidad de reconocer en el otro la presencia real de Dios. Son dados a expresar su solidaridad con el otro, su amor y su alegría, al punto que en ciudades como Nanjin, Pekín, y Xian, nuestra fe ha tenido un resurgimiento muy especial sobre todo entre los jóvenes quienes se hastiaron de buscar su realización en el modelo de felicidad que se le estaba imponiendo desde los medios, y ahora han encontrado en la iglesia lo que buscaban para su realización como personas.
La iglesia de este País, ha sido purificada por el sufrimiento. El gobierno jamás dio autorización para que Juan Pablo segundo visitara esa nación, y, estando en ese grado de desventaja, se convertido en una excelente misionera por el amor con que se vive la palabra. Los católicos de
¿Tendremos los católicos que ser minoría y perseguidos para que nos convirtamos en alternativa espiritual para el hombre y la mujer de Latinoamérica? Creo y estoy seguro que no. Ustedes y nosotros estamos llamados a anunciar con valentía que Jesucristo es nuestro Señor y nuestro dueño, y la mejor manera es con nuestro testimonio de amor y servicio a los demás.
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