lunes, 15 de noviembre de 2010

¡SI QUIERES RECIBIR BENDICIONES, SÉ INSTRUMENTO DE BENDICIÓN PARA LOS OTROS!

“…unos días después Jesús entró en Caparnaún. En cuanto se supo que estaba en casa, se juntó tanta gente que ni siquiera cabían frente a la puerta; y Él les anunciaba el mensaje. Entonces, entre cuatro, le llevaron un paralítico. Pero como había mucha gente y no podían llegar hasta Jesús, quitaron parte del techo, encima donde Él estaba y por la abertura bajaron en una camilla al enfermo. Cuando Jesús vio la fe que tenían, le dijo al enfermo: hijo Mío, tus pecados te son perdonados.

Algunos maestros de la Ley que estaban allí sentados, pensaron: ¿cómo se atreve este a hablar así? Sus palabras son una ofensa contra Dios. Sólo Dios puede perdonar pecados. Pero Jesús, enseguida, se dio cuenta de lo que estaban pensando, y les preguntó: -¿por qué piensan ustedes así? ¿qué es más fácil, decirle al paralítico: Tus pecados te son perdonados, o decirle:” Levántate, tima tu camilla y anda? Pues voy a demostrar que el Hijo del hombre tiene autoridad en la tierra para perdonar pecado. Entonces le dijo al paralítico: - A ti te digo, levántate, toma tu camilla y vete a tu casa. El enfermo se levantó en el acto, y tomando su camilla salió de allí, a la vista de todos. Por esto, todos se admiraron y alabaron a Dios diciendo: Nunca hemos visto una cosa así.”

Después de leer esta Apalabra, me surgen varias inquietudes. La primera inquietud es conocer cuales fueron las verdaderas razones que movieron a toda esta gente a agolparse frente a la puerta de la casa donde estaba Jesús. Dice el texto que el señor, les anunciaba el Mensaje, tal y como hoy miles de sacerdotes y misioneros de todo el mundo lo continúan haciendo. Pero ¿Realmente iban por el mensaje que se les anunciaba? O ¿simplemente porque querían ser testigos oculares de los milagros haría? Nosotros tenemos que tener claro mis hermanos que a Jesús lo buscamos simplemente porque Él es Dios y porque en Él encontramos sentido a todas las cosas que hacemos, porque Él es la luz que necesitamos para recorrer el camino de nuestra propia historia. Muchos creyentes participan de las celebraciones eucarísticas no tanto porque están convencidos de que el Señor ya está aconteciendo en sus vidas sino porque quieren que haga otros milagros de manera rápida y concreta, por ejemplo, que les de un trabajo, que sane a un enfermo de la familia, que convierta al esposo ó a un hijo, que haga distinto a sus padres. En fin, la búsqueda rápida de la solución de esas situaciones que hoy les impiden ser plenamente feliz.

Quiero dejar algo muy claro, el Señor seguirá siendo nuestro Dios, aunque no nos consideremos merecedores de ciertas situaciones negativas.

El segundo aspecto que me sorprende de este pasaje, es el ingenio, es la fortaleza, es la decisión de las cuatro personas que transportaban al paralítico en la camilla. Dice la palabra que la puerta estaba atiborrada de gente que les impedía el paso y sin embargo buscaron la forma de llegar hasta el techo, levantar unas láminas y a través de una abertura llevar el enfermo hasta Jesús. A muchos de nosotros cualquier obstáculo pequeño nos hace bajar la guardia, cualquier obstáculo pequeño nos hace desanimar, cualquier situación difícil nos hace llenar de dudas el corazón. No mis amigos, si en tu caminar con Jesús o hacia Jesús se te presentan situaciones difíciles, en ese momento es cuando más debes dar rienda suelta a tu fuerza y a tu creatividad para recibir de Él sus bendiciones.

El tercer aspecto tiene que ver con la capacidad de servicio de estos hombres. Las barreras y los obstáculos que tuvieron que enfrentar fueron para el servicio de otro más necesitado de Dios. Normalmente, en nuestras oraciones personales, pedimos a Dios, por la solución de nuestros propios problemas. Normalmente luchamos por conseguir lo que necesitamos de manera individual. En este pasaje el Señor nos recuerda que no podemos avanzar en la experiencia y en el conocimiento de Dios de manera solitaria. Nuestra lucha, nuestro trabajo ha de beneficiar a todos los que nos rodean. Los creyentes estamos llamados a ser instrumento de bendición para los otros, sólo después recibiremos bendiciones el Creador.

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