domingo, 6 de marzo de 2011

¿QUIERES SER EL MÁS IMPORTANTE?

Vivimos en una época en la que, aún, un sector de la ciudad determina el valor de  una persona por  la cantidad de dinero que circule por su cuenta corriente, o por la cantidad de propiedades que posea. Mientras más se tenga, en términos materiales, más importante se es. Lo que quiere decir que, si no se tiene nada que mostrar, no se es valorado, no se es  reconocido y mucho menos se es tenido en cuenta para eventos especiales.

Esta forma miope y mezquina de definir el valor de los hombres  no tiene en cuenta lo que hace quien se rodea de cosas y de dinero para conseguirlo.  El camino  que se siguió, las estrategias que  se implementaron, las alianzas que tuvo que realizar y sobretodo el daño  producido  a la otra  persona   no  cuenta.  Eso forma parte del pasado, lo que cuenta es el presente, el ahora y lo que se ve.  Es  por ello que muchos hombres y mujeres se han obsesionado por la búsqueda de dinero cueste lo que cueste, aunque con ello tengan que renunciar a sus principios más fundamentales   como el respeto a la propia dignidad y  a  la dignidad del otro  y el respeto a la vida en todas sus manifestaciones.

Conseguir y acumular dinero es la meta de muchos aunque para ello tenga  que explotar  y ocasionar miseria   a los demás miembros de  su comunidad a través de  actos de corrupción, como lo que hacen nuestros políticos, quienes justifican su accionar argumentando que si no son ellos otros lo hacen por ellos, o simplemente lo que hacen   quienes están detrás de los comercializadores de la droga, los grandes capos; quienes secuestran; quienes viven de la extorsión. Para no ir  tan lejos, como hacen aquellos empresarios que no pagan el salario justo sino que  a costa de  sueldos de hambre a sus trabajadores, aumentan su fortuna particular;  también como hacen aquellos que viven de la usura haciéndose cada vez más ricos con el dinero que les roban  a los pobres a través de intereses elevadísimos  e impagables.

A pesar de todo el trauma y la situación de miseria  que causen estos mal llamados gestores del desarrollo, con frecuencia asistimos a eventos públicos en donde se les hacen reconocimiento por su aporte al progreso del País. Nos preguntamos: ¿progreso de quien? ¿Progreso del País o progreso de ellos?

Con relación a este   tema el Señor Jesús en el Evangelio  nos recuerda algo muy especial. Nos pregunta: ¿quieres ser el más importante? Y en el instante nos responde. ¡Hazte servidor de los demás!  Si quieres ser importante sirve, ayuda, se solidario, piensa primero en el bienestar de los otros. No seas   como los fariseos que buscaban estar en los primeros puestos en los banquetes y reuniones sociales, cuando merecían estar bien lejos, por la dureza  y por la maldad que guardaban  en  su corazón.  En otra parte la palabra recuerda hay más alegría en dar que en recibir, por una razón sencilla, cuando tu abres las manos  para dar a los demás estás preparando el camino par que esas manos se abran a favor tuyo el día que tengas dificultades.  Animo a quienes lean este artículo  a que eduquemos a nuestros hijos en el servicio   a los otros, pero en el servicio sincero, diáfano  y oportuno.  Primero preocúpate por hacer el bien y después haces lo que quieras.


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