domingo, 10 de febrero de 2013

CONFLICTOS DE PAREJA, ¿CUÁNDO BUSCAR AYUDA?


En una ocasión un amigo nos invitó a  mi esposa y a mí a cenar en su casa. En realidad nosotros éramos amigos de él, porque era con quien más coincidíamos en nuestros encuentros laborales y sociales. El decía que su esposa disfrutaba estar  más tiempo en su  casa, por lo tanto,  no era común verla a ella en reuniones o en celebraciones especiales. Como la información la daba en términos cordiales y aparentemente sinceros, ese  hecho no nos había  sorprendido, porque  existen muchos casos así, en donde    uno de los cónyuges prefiere permanecer en un rol más elemental.

 Mientras compartíamos la mesa, como siempre ocurre en estos casos, hablamos de todo.  Llevaban cuarenta años de casados, tenían dos  hijas que vivían en otros países, eran madres solteras, decían con claridad, pero con mucho éxito profesional, es decir, que nuestros amigos estaban solos  en la casa, vivían de la rentabilidad que producían sus ahorros, además de los ingresos recibidos por una buena pensión estatal.  Me llamó la atención que él siempre tomaba la delantera a la hora de dar detalles  y expresaba  orgullo y seguridad por todo lo que había conseguido a base de sacrificio: dinero, buena pensión, ahorros, casa propia, hijos exitosos  y un “aparente matrimonio estable,” era la impresión que daban de la puerta de la casa hacia la calle.

 Aunque al  inicio se mostraban como  una pareja feliz y modelo para los nuevos matrimonios, todo cambió cuando se  me ocurrió comentar que eran una pareja admirable, que los felicitaba porque  no sólo se veían bien, sino que tenían mucho que enseñarnos a las parejas  jóvenes para que perseveráramos en nuestro proyecto de vida. Él sonrió  como sacando pecho, mientras que ella suspiró profundamente y se atrevió a decir  esta frase lapidaria: “¿Enseñar?  Lo único que tengo para decirles  a las parejas jóvenes es que si no tienen otra alternativa  que  hagan el esfuerzo de aguantar para no morirse de hambre, ¿qué más da?” concluyó. “¡Lo digo porque gastar la vida al  lado de un tipo como el que me  tocó de marido es una tortura!” .

Para no dañar el momento mi esposa y yo  soltamos una risa espontánea como para hacer creer que  habíamos tomado  el comentario  como una broma. Nosotros nos sumamos a ese comentario con otros chistes sobre la convivencia en pareja. A pesar de nuestro esfuerzo ya el ambiente estaba enrarecido. El rostro de mi amigo cambió, redujo su actitud conversadora, ahora escuchaba más, y mientras escuchaba mantenía la miraba fija en el piso. Parecía decepcionado, porque la imagen de armonía matrimonial que se había esforzado por proyectar durante años   hacIa afuera, comenzaba a   desvanecerse. Acto seguido comenzaron a mostrarnos cada rincón del apartamento.

Cuando  salimos de aquel lugar mi esposa me confió que la señora le había dicho que ya no soportaba  a “ese viejo, porque es un tipo charlatán, ofensivo, humillante, egoísta, si no se ha separado es por la parte económica, además que desde hace muchos años, aunque viven bajo el mismo techo, están separados. Actúan como dos particulares que habitan la misma  casa, recriminándose por cada decisión que tomen y asfixiando la convivencia. Ya mi amigo me había dicho que su  señora hablaba más de la cuenta y que era un poco paranoica y que él ya no le prestaba atención a sus comentarios desatinados. “Esa es la vida en pareja Bernardo,” concluía el esposo.  “Es imposible, -decía,- que las parejas matrimoniales  lleven una vida armoniosa y feliz, hay que sobrellevar el asunto porque de lo contrario no funciona.” Obviamente, antes de salir le sugerí que era necesario buscar  ayuda, y que consideraba que podía funcionar de otra manera  a lo que respondió: “¡ya para qué, con esta edad que tenemos falta poco para morirnos!”

Toda experiencia de relación  y   de compartir con los otros  nos va a dejar una lección, y ésta,  de manera  especial,  me dejó algunas lecciones y además varias preguntas. Las lecciones  las relaciono a continuación:

Primera lección.- Los conflictos de pareja  hay que conversarlos y resolverlos desde el momento en que se presentan, es decir, no podemos ser permisivos con los problemas, por pequeños que estos sean, porque luego estos van a crecer y en últimas terminan afectándonos a todos.

Segunda lección.-  Hay que aprender a escuchar. Escuchar es  ponernos en los pies de los otros y comprender lo que está diciendo no solo desde las razones que tiene para decir algo, sino a partir de sus emociones, de lo que está sintiendo, de lo que están viviendo y pensando. Cuando  somos capaces de escuchar  y entender al otro,  podremos en el futuro evitar hacer eso que le hace daño, eso  que le hiere.

Tercera lección.-  No podemos perder de   vista que  cuando decimos convivencia en pareja, estamos hablando de dos personas que deciden,  de manera libre vivir juntas y ser felices juntos.  Tú no puedes estar unida o unido a otro por el dinero. Esta actitud  te esclaviza, esa actitud te hace infeliz, pensar de esa manera   nos arruina la vida. Cuando decides  vivir con alguien, la motivación primera ha de ser siempre el amor, ha de  ser   querer  permanecer con el otro, porque su compañía  te llena, porque su compañía te hace feliz, porque su compañía te realiza como persona.  Además la convivencia en pareja implica expresiones de afecto, implica cercanía, implica tacto físico. No puedo decir  que tengo una relación de pareja sana y estable, cuando ni siquiera toco a esa persona,  no, esas distancias generan vacíos, esas distancias enfrían  la relación, esas distancias no son sanas. Me gusta cuando   a pesar de la ancianidad veo algunas parejas tomadas de la mano, diciéndose: “tu compañía me gusta, me  ha gustado siempre porque me ha ayudado a ser una persona  feliz.”  No perdamos eso de vista, es urgente el tacto, es urgente  la cercanía, es urgente el sentir el calor del otro para experimenatar, a su vez,  que el amor está vivo.

Cuarta Lección.-  Para que  haya reconciliación debo tener en cuenta dos cosas: la primera, desarmar el corazón,  es decir, las ofensas que haya recibido en el pasado, los maltratos que haya recibido en el pasado,   bien saben que nos provocan barreras en la comunicación,  debemos en lo posible, sacar el odio, los sentimientos de rechazo o de venganza que tengamos,  para quedar libres, para poder escuchar; segundo, debemos acabar con las imágenes preconcebidas  que hemos acumulado o aprendido de los demás, cualquiera que estas sean, por ejemplo el infiel, el déspota, el obsesivo . Pertenezco al grupo de las personas que  creen que la gente puede cambiar, soy de los que creen que la gente puede ser distinta, puede ser mejor, eso siempre y cuando  se lo proponga. 

 En lo personal me esfuerzo cada día por ser un mejor ser humano, de la misma manera considero que las demás personas son iguales.   Algunas parejas cometen el error de grabar en su mente una imagen del otro, por lo que dijo o por lo que hizo hace algún tiempo y no dan ninguna posibilidad de  cambio a  esa imagen mental, muy a pesar de que su cónyuge  haya hecho un esfuerzo por reorientar su vida y cambiar su forma de ser.   Todos nos equivocamos algún día y el que se equivoca, tiene derecho a que se le dé una nueva oportunidad y, segundo, a creerle, sin caer en la ingenuidad. Se puede creer nuevamente pero la persona que falla  debe demostrar cambios en su comportamiento para que se merezcan nuevamente la confianza de todos.

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