I
Mientras
su cuerpo colgaba doloroso del madero
Juan y
al lado María con el alma desgarrada lo
contemplaban
y sabiendo
que muy pronto su alma se uniría a Dios en el cielo
Con
amor profundo pronunció estas palabras.
II
Mujer
ahí tienes a tu hijo
Luego
dijo al discípulo: “Hijo ahí tienes a tu
madre.”
La
hermana de su madre, María la de Cleofás y María Magdalena fueron testigos.
Por lo
tanto de ese acto de entrega, duda no cabe.
III
Los
ardientes rallos como carbón encendido quemaban su piel
Sus
labios cuarteados y resecos por la sed
En vez
de agua ante su clamor recibieron vinagre
Así
pagó el hombre a aquel que hasta el
final a Dios fue fiel.
IV
El
moribundo bebió el Vinagre y dijo, todo está cumplido y expiró.
El
llanto de María y de sus acompañantes
con el ruido de los soldados fue silenciado
Se
sortearon su vestidura y con lanza atravesaron
su costado.
Ahí
yace solo, desnudo, maltratado y herido el que por nuestros pecados murió.
V
Partió
físicamente de en medio de todos.
Pero
antes de irse nos dejó un regalo.
Nos dio a su madre para que mientras Él vuelva no
estemos solos.
A ella
la acogemos con cariño y le damos gracias por aceptar y permanecer a nuestro
lado.
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