domingo, 11 de febrero de 2018

CRISTIANISMO Y CARNAVALES

Sí es posible ser creyente y disfrutar los carnavales de manera sana y responsable,  porque la madurez espiritual de un individuo lo lleva a vivir la fe sin sectarismos ni excesos, a respetar las diferencias, a amar a Dios y a sus semejantes y a disfrutar de todo lo bello y estético que hay en las expresiones culturales como estas  sin que eso signifique que se ha contaminado y condenado al fuego eterno del infierno.

Durante el carnaval y los días previos a estas fiestas, por todos los medios llegaban mensajes de   hombres y mujeres que hoy son “santos  y santas var
 BACO Ó DIONISIO
ones y varonas” que alertaban dizque porque el diablo andaba suelto durante los carnavales y todo lo que tuviera que ver con esta fiesta   era diabólico. Incluso a este grupo de fatalistas pertenecían no sólo cristianos de vieja data sino  aquellos recién convertidos al cristianismo  que durante años llenaron sus arcas explotando, comercializando y viviendo del carnaval.

El argumento utilizado para justificar estos mensajes es que en los carnavales se adora al Dios  Baco o Dionisio, quien  dentro de la mitología griega era el Dios del vino y la vendimia. Pero, ¿Quién era este personaje y qué tan cierto es que todo el que participe en los carnavales  está adorando a este Dios?
                                                                                                                      
Empecemos por recordar que Baco es un personaje mitológico (el hombre antiguo acudía a la mitología para explicar fenómenos  que la ciencia  y el conocimiento humano de la época no alcanzaban a explicar).   Y es uno de los nombres que ha recibido Dionisio, Dios del Vino y la Vendimia en la Mitología griega. Como es sabido, muchos de esos personajes de la mitología griega, tuvieron su equivalente en la cultura y mitología romana, y en este caso, quien para los griegos era Dionisio para los romanos fue Baco, ambos personajes representaban lo mismo, insisto Dios del Vino y la Vendimia. A Baco, se le conocía como el Dios Liberador, por esa capacidad  que tiene el vino de desinhibir al individuo que lo consume en demasía y que lo impulsa a hacer cosas que en condiciones normales no hace, por ejemplo enamorar  a una mujer de condiciones sociales diferentes, irrespetar con palabras y hechos  a la autoridad, etc.

Como los otros dioses, Baco  tenía sus propias fiestas  para rendirle culto. En el caso de los romanos ese culto se le rendía en los Bacanales, cómo no hacerlo si era el espacio en donde el licor corría sin ningún tipo de control. Ese  culto lo iniciaron  los Romanos en el año 200 antes de Cristo, y aunque inicialmente a las fiestas sólo se convocaba a las  mujeres con el paso de los años es organizado tanto para  mujeres y hombres. A estas celebraciones se le atribuye el origen de los carnavales. Las fiestas sin control era un escape para la población que vivía en  ambientes de hostilidad, de pestes, de pobreza extrema y de la explotación que ejercía el imperio sobre las grandes masas.

Ahora  bien, ¿qué tan cierta es la afirmación de los fundamentalistas bíblicos   cuando dicen que  todo el que disfruta de los carnavales está adorando al Dios  Baco y al demonio? Con la madurez que me da la experiencia de fe vivida durante más de 25 años y además las enseñanzas que he recibió de la iglesia, debo decir que quien participa de estas fiestas de manera mesurada, sin excesos, sin borracheras fuera de control no comete pecado ni está  adorando a ningún Dios Baco ni al maligno. Simplemente disfruta de la belleza estética y de la cultura que es patrimonio de todos y para el  disfrute de todos.

Sí cometen faltas contra la fe aquel que pierde el control de sus emociones y se lanza al consumo de licor y al sexo  de manera desenfrenada, desordenada atentando contra su salud y despilfarrando los recursos  exponiendo a su familia a vivir en la miseria.

No olvides que  Dios nos hace libres de optar por el camino del bien ó por el camino del mal y nadie puede obligarte a hacer lo que sabes no conviene hacer.  Ese Dios que guía tus pasos te de la sabiduría para vivir tu fe en libertad aún en carnavales.




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