martes, 29 de octubre de 2019

NO QUIERO LLORAR PORQUE ESO ES DE COBARDES.


No llore porque el llanto es  sólo para las mujeres  y para los hombres  cobardes. En los ambientes en los que crecimos muchas de las personas que nacimos en la década de los 60 ó 70 del siglo pasado, escuchamos esa frase, es más no sólo la escuchamos cuando se la decían a los otros niños y adolescentes  de la época cuando estos dejaban rodar lágrimas por sus mejillas, sino que también eran dirigidas a nosotros, cuando, por cualquier circunstancia, nos atrevíamos a llorar. Se nos metió en la mente, diría más bien, se nos grabó en la mente esa frase: el llanto es para mujeres y para hombres cobardes. Por lo tanto, crecimos  pensando que quien llora es una persona débil  y al débil todo mundo se la monta,  crecimos creyendo que no podemos darnos el lujo de llorar  delante de nadie y en ninguna circunstancia a menos que se haya muerto un ser querido. De ahí en adelante, no se debe llorar.

Por fortuna cada día más la sociedad ha tomado conciencia que el llanto  NO  expresa debilidad en el individuo, al contrario, es la expresión natural frente a una situación que provoque a la persona un estado emotivo fuerte. El llanto puede ser provocado por situaciones de intenso dolor físico ó por estados emotivos intensos de alegría o tristeza.

Contrario  a lo que se ha querido i poner por la presión social, la palabra del Señor, presenta múltiples situaciones en las hay personas llorando y Dios se compadece de ellos, así como se puede compadecer de ti en  este día.
Dice la Palabra de Dios: “ni un pajarillo cae a tierra sin que el padre de Dios y padre de ustedes  lo permita.” Mateo 10,29.
Cuando Agar alzó su voz en el desierto de Beerseba, Dios fue a su encuentro (Génesis 21,17). Cuando Ana lloró amargamente fuera del templo del Señor, Dios lo notó y se acordó de ella (1 Samuel 1,1017). Cuando David se cansó de gemir, Dios no se cansó de escucharlo (Salmos 6,6–9).
El Señor, Consuela a su pueblo, en la adversidad El lo ayuda y en el llanto Él enjuga tus lágrimas. Él recoge todas nuestras lágrimas y las pone en su libro (Salmos 56, 9). Como una madre sentada junto al lecho de su hijo enfermo, Dios se fija en cada suspiro de malestar y dolor. Puede que tu angustia haya pasado inadvertida para otros, pero ni por un momento ha escapado a la atención del Dios que no duerme porque cuida de ti (Salmos 121,4).
Así como Dios le dijo al rey Ezequías, le dice a cada uno de sus hijos: “He escuchado tu oración y he visto tus lágrimas” (2 Reyes 20,5,).

El llorar en los caminos de fe, denota la realidad   un corazón quebrantado y dice la Palabra que un corazón quebrantado el Señor no lo desprecia. Pero además de tocar el corazón de Dios, las lágrimas contribuyen a lavar el corazón, a despejar la mente y para quitar un peso muy grande al cuerpo de la persona afligida. 

Por todo lo anterior no te cohíbas de llorar, al contrario llora, saca ese nudo que tienes en la garganta y pídele a Dios que te llene de su fuerza y de su amor. Seguro  que por su infinita misericordia vas a recibir.

OREMOS

Permite Señor que estas lágrimas despejen mi mente, fortalezcan mi espíritu y me unan más a Ti.  Amén.

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